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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · L.A.M.F. St.
Voto de Bartleby:
9
28 de julio de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Schoenberg pretendía dejar todo atado en sus creaciones. Los "medios auxiliares" (directores de orquesta) debían pasar a ser meros ejecutores de sus partituras dada su incapacidad manifiesta y su pretensión egocéntrica de reinterpretar la obra. Las series dodecafónicas son muy estrictas, casi implacables. Se le ha acusado de ser academicista y una especie de tirano musical. Es obvio que el dodecafonismo no se impuso en la cultura como imaginaba el cabecilla de la Segunda Escuela de Viena, pero después de ver este extraordinario corto podemos acercarnos emocionalmente a la música de este gran judío.
El corto es un intento de ser un "medio auxiliar" a esta "Música para acompañamiento para una escena de película" porque, como excepción, Schoenberg no dejo escrita ninguna indicación para la ejecución de su obra salvo tres palabras: peligro amenazante, miedo, catástrofe. Si siguiéramos la voluntad de su creador, deberíamos filmar la música. Straub hace el homenaje más elocuente y hermoso a la memoria de este compositor. El resultado es espeluznante, más que muchas películas que explicitan el terror del genocidio judío.
Oímos la música terrible del gran compositor, el más cercano a la noche, a la oscuridad, junto con Bartok, y oímos dos cartas tremendas:
- La de Schoenberg a Kandinski es desgarradora y muy emocionante. El germen de la conciencia colectiva genocida
-La de Brecht acercando el nazismo al capitalismo (no iba descaminado)
También asistimos al latrocinio y a la impunidad de la sociedad de la reconciliación en unas breves líneas.
Lo único que puedo decir es que mi emoción por la obra de Schoenberg es mayor que antes de ver el corto. Más no se puede decir
Bartleby
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