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Estados Unidos Estados Unidos · New York
Voto de Lucien:
5
Comedia En Carolina del Norte, dos aspirantes a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos se enfrentan en campaña electoral. Para el congresista Cam Brady (Will Ferrell) es la primera vez en su carrera que tiene que hacer frente a otro candidato: Marty Huggins (Zach Galifianakis), inconsciente títere de las grandes empresas y gerente de la oficina de turismo local. (FILMAFFINITY)
17 de agosto de 2012
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jay Roach (conocido por la dirección de "Austin Power" y "Los padres de él") viene a hacer caja este verano con un filme que encaja como un guante en el clima previo a las elecciones estadounidenses. "The campaign" (titulado en España "En campaña todo vale") funciona únicamente en su faceta más predecible, con algunas de sus ridículas situaciones y merced a la vis cómica del tándem Ferrell-Galifianakis.

La acción se sitúa en la campaña al congreso del estado de Carolina del Norte. Cam Brady (Will Ferrell), vencedor por dos veces, presume una fácil victoria. Sin embargo, los hermanos Motch (Aykroyd y Lithgrow), con intereses mercantiles con China, tienen otros planes: hacerse con un candidato que sirva de marioneta para sus inversiones. El sujeto elegido para tal misión es el ingenuo, afectado y torpe Marty Huggins (véase el juego de palabras: "huggins"-"hugs", "abrazos"). Como el título en español ya evidencia, Roach se centra en la guerra sucia entre los dos candidatos, quienes no dudan en valerse de cualquiera de los medios para obtener el poder.

El desarrollo como cabe esperar está plagado de "gags". Entre los más acertados se encuentra la ya famosa escena del bebé (ver tráiler), aquella en que aparece el perro de "The Artist" como colaborador y la famosa escena en que se acusa a Cam Brady de comunista por haber escrito sobre la tierra del Arco Iris cuando tenía ocho años. Sirvan estos adelantos como ejemplo de secuencia realmente hilarantes. Si el doblaje no hace mucho daño al film, estoy seguro de que el espectador podrá echar unas risas veraniegas de lo más a gusto.

Sin embargo, este humor se percibe muy pronto como un impulso discontinuo. Roach rehúsa mantener el tono de sus más ingeniosas situaciones y termina abogando por un cierto piloto automático. Más que una película, en muchos tramos nos encontramos con retazos, brillantes algunos, anodinos los demás.

No es ésta, sin embargo, mi mayor crítica a la película. Aunque pueda parecer inopinado esperar de Roach una crítica valiente al sistema que ha llevado a la crisis global, no puedo evitar pensar que el director ha escogido el camino más fácil. Roach se limita a señalar con dedo acusador la injerencia de potencias extranjeras en el país (China y Brasil son citadas) y a condenar la manipulación orquestada por compañías como la Motch (las compañías verdaderamente americanas son buenas, claro).

Algo huele a quemado cuando una película situada en un marco político prescinde de cualquier gesto de esta índole. Por no haber ni siquiera existe caricatura de demócratas o republicanos: ambos son lo mismo. La crítica religiosa o política no existe, sino solo la denuncia a un mensaje hueco. Las instituciones, por tanto siguen intactas: aunque parodiado el discurso, "patria", "familia" y "religión" siguen como valores intocados. La clase política es exculpada de una responsabilidad real, gracias a la asunción de su ineptitud. Sólo las compañías que se venden al traidor extranjero, ironizo, son las verdaderas culpables.

Roach, por lo tanto, sigue apostando a malos y buenos, sin cambiar esencialmente el rostro del malo. La suya es la apuesta por la risa fácil y un mensaje de verano que no inquietará a las "buenas conciencias". Lo que resulta terriblemente manipulador del film es ese silencio con que sella nuestra risa.
Lucien
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