Una historia sobre el club de música sinfónica del instituto puede ser tan válida como cualquier otra. La música como tema central, la práctica y perfeccionamiento de un instrumento, son buenos temas para construir una historia potente, apasionante incluso. Solo hay que querer hacerlo. «Hibike! Euphonium» tiene todos los inconvenientes del moé moderno: decenas de chicas monas haciendo monerías y fanservice a espuertas con una fuerte tendencia yuri (lésbica). Repito que esto podría no ser un problema si superase esos elementos y tuviera una trama consistente y atractiva, pero no la tiene.

La protagonista es un personaje bastante insustancial que no sé por qué está en la trama, sinceramente: se limita a ser testigo de todo lo que pasa en la escuela, se entera de todo por una causa o por otra y siempre está en el lugar oportuno cuando los demás personajes están hablando del asunto importante. Hay conflictos familiares y amistosos de niñas de quince años que se cuentan con tanto dramatismo que una puede pensar en algunos momentos que es que se van a morir o tienen un secreto turbio. De hecho, ese drama tibio, grandilocuente, no le pega mucho a un ambiente y una historia como esta, a la que creo que la comedia le hubiera sentado mejor. Como variedad de chicas moé, es un acierto, porque hay literalmente de todo y de todos los colores. Por contra, solo hay tres o cuatro chicos, dos con algún diálogo, más el profesor Taki, que es apuesto y podría haber sido la historia más interesante si no estuvieran las niñas monas haciendo monerías por narices.

«Hibike! Euphonium» es el típico anime moé de instituto y, por lo tanto, están como el ochenta por ciento de la serie hablando entre ellas, que ni siquiera ensayando o tocando música, que es lo que se esperaría. En este sentido, cómo he echado de menos más energía, más teatro, a la hora de recrear la música. Se critica mucho eso de luces de colores cuando se tira una pelota o estar quince minutos pensando en una jugada, pero es que viendo esta serie me he dado cuenta de que, a su modo, es necesario hacerlo así. El realismo está absolutamente sobrevalorado.

Más vidilla, hombre.