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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
7
Drama William Keane (Damian Lewis) es un hombre que acude todos los días a la terminal de autobuses del puerto de Nueva York buscando desesperadamente a su hija de 6 años, que lleva desaparecida ya varias semanas... (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mirada inquieta de Kerrigan hace de "Keane" una experiencia que, si bien no resulta original o innovadora (a estas alturas, difícil es ya), resulta única por su planteamiento, por el hecho de estar rodada toda mediante planos secuencia (o casi, menos algún tramo donde se intercalan) y hacer de esos planos cerrados que usa en alguna ocasión, una enorme baza para dotar de sinceridad al conjunto.

Rodada de forma casi naturalista, e incluso empleando formas que se acercan al documental, "Keane" te deja pendiente de un hilo durante su tramo inicial, expectante y totalmente soterrado por lo que sucede.
Es una narración realizada con pericia la degradación de un personaje, personaje interpretado por Damian Lewis que, si bien resulta imprevisible en algunos momentos de la cinta, gracias a una interpretación repleta de franqueza y ejecutada con gran talento, exterioriza a la perfección en todo momento sus sensaciones, y el espectador puede llegar a atisbar que es lo que pasa por su cabeza, pues tanto esas miradas inquietas, ese temeroso rostro y esos gestos agitados, lo dicen prácticamente todo sobre esa descomposición que padece.

Del último film de Kerrigan me gustan muchas cosas. Me gusta su empeño por filmarlo todo cámara en mano, me gusta su soltura al rodar planos secuencia de momentos que requieren interpretaciones medidas y que hubiese sido mucho más fácil despachar con cortes, me gustan las intenciones de mostrar a un personaje que se desarma lentamente, así como las de seguir su evolución dentro de un marco, acogiéndose a una tonalidad que siempre es la misma, me gustan las actuaciones, bien medidas, de todo el elenco, pero en especial de un gigantesco Damian Lewis e, incluso, me gusta esa conclusión extraña, turbadora. Sin embargo, hay algo que no termina de cautivarme en ella, y todavía no sé que es... quizá tuve un mal día, o quizá le sobró un pelín de mesura en sus formas a Kerrigan, quien sabe.
Grandine
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