Recuerdo, durante mis primeros años de cinéfilo (aunque no todavía empedernido), que convencí a una familia de lo más correosa, para ir a ver "Training Day", film que parecía rubricar, de una vez por todas, el talento de uno de los, por aquel entonces, actores predilectos de un servidor.

Una vez en la sala, "Training Day" comenzó como un duro golpe en la mesa: su estética cuidada y con cierto deje elegante, los contundentes diálogos que le venían como anillo al dedo a Denzel Washington, la presunta inocencia de un novato que, pese a terminar obedeciendo cualquier orden de su imponente capataz, también tenía su garra y carácter, o las secuencias que de pura bravuconería aun daban más fuerza al film, certificaban que en el, las medias tintas de tantos otros Thrillers espectaculares en la acción, pero blandos, faltos de fuerza y baldíos en otros aspectos, aquí quedaban diluidas entorno a un espectáculo de lo más potente.

De hecho, sorprende que la capacidad narrativa de Fuqua, autor de tantos otros trabajos carentes de algo de poder que ni siquiera atisbé a ver enteros en su día, eclipse prácticamente aquí los pequeños defectos que se podrían encontrar en una trama que, de tanto en tanto, se sobrepasa en sus pretensiones por resultar más grandilocuente de lo normal, y cruza una línea que no debería, pero que es bien compensada por la sobriedad de la que hace gala el norteamericano.

Si como añadido, obtenemos dos actuaciones soberbias, tanto del ya mentado y justamente laureado Denzel Washington, como de un chaval prácticamente desconocido para mi, que ofrecía una réplica repleta de ganas y contundencia, capaz incluso de hacer frente al mismo tipo que con un sólo aspaviento sabría infundir respeto en pantalla, la película de Fuqua deja un grato recuerdo como policíaco entretenido y convincente que, pese a los errores de medida de siempre, quedará para la memoria por ostentar tanto las dignas cualidades antes mentadas, como uno de los duelos actorales más intensos de la última década.