La verdad esque no me esperaba ni más ni menos de este film, pero aun siendo una de las peores películas del inglés Danny Boyle, logra su cometido que no es otro que el de entretener. Sin embargo, aquí Boyle pierde toda su identidad como director y solo se hace ver su estilo en escasas secuencias, un indicio también de lo que fue su traslado a Estados unidos (donde todos los directores suelen perder parte de su identidad cinematográfica). De todos modos, el film comienza de un modo demasiado irregular, a trompicones entre sus secuencias, los protagonistas intentan introducirnos en una historia que no termina de convencer y está contada de un modo torpón. Después de ese inicio tan endeble, Boyle hace resurgir a sus personajes dándoles unas señas claras y recuperando lo que en un principio parecía perdido, así es como obtenemos un segundo tramo arrollador, entretenido, divertido e intenso y podemos ver a Ewan McGregor y Cameron Diaz realmente desenvueltos en sus papeles. Quizá ese es el motivo por el cual se salva el film, que no convence definitivamente hasta su segunda parte.