Lo mejor de "Mon meilleur ami" está en esos instantes donde no se le pretende dar trascendencia al tema que se está tratando, ni moralizar sobre el mismo (ya no sólo entrando en qué significa el concepto de amigo, sino discerniendo si lo que se plantea es verdaderamente ético o no), y se opta por acogerse a la vía humorística, y dar varias soluciones a un conflicto peliagudo, pero demasiadas veces visto en pantalla.

Leconte, acierta encauzando su obra con tintes de humor grueso o simpático, según lo requiera la situación, y con una presentación de personajes hábil y fresca, donde en pocos segundos, y pese a lo forzado de su introducción (esa contundente conversación en el restaurante, contundente en exceso), se nos dan los encajes de los que serán protagonistas absolutos del film.
Ambos abordan sus personajes con cierta pericia, y aunque a Auteuil le he visto mejores papeles, Dany Boon enarbola una personalidad de esas que podría ser cargante y demasiado sofocante para darle unos tintes de lo más campechanos y distendidos que nada mal le vienen a su carácter.

Más adelante, es cuando el guión empieza a hacer aguas y el realizador galo se empeña en empantanar de situaciones lacrimógenas e inverosímiles una cinta que había tomado un buen ritmo, donde la distracción y las risas eran más importantes que intentar convencer al público en base a medias tintas y engaños, trazando una conclusión bastante pobre que, aunque nunca llega a deshacer esa sensación agradable que uno se lleva debido a un entretenimiento convincente, termina por hundir el film.