Lejos de las versiones edulcoradas en las que los hermanos Grimm nos narraon los cuentos populares, en este film nos encontramos con una perspectiva completamente nueva. Desde el primer momento el espectador es transportado a una atmósfera oscura y siniestra en la que Blancanieves comparte protagonismo con su malvada madrastra a partes iguales. La ambientación es perfecta para el enfoque que toma la película, tanto en el castillo medieval como en el tétrico e inmenso bosque en el que se pierde la protagonista, bien es cierto que la fotografía podría haberse elaborado más aprovechando los maravillosos paisajes que brindaba el ya mencionado bosque. La historia tiene una perspectiva muy interesante con algunos cambios muy acertados como la idea de transformar a los adorables enanitos en lascivos y violentos fugitivos.

A destacar las actuaciones de ambas protagonistas. Sigourney Weaver nunca ha sido mi actriz favorita pero considero que su interpretación de bruja enajenada en esta pelíca es uno de sus mejores trabajos. Sin olvidarnos de una recién descubierta Monica Keena a la que su papel de Blancanieves (Liliana) le viene como anillo al dedo gracias una actuación más que aceptable y a una estupenda caracterización. Si tuviese que imaginar un rostro para la dulce e ingenua Blancanieves, sin duda, sería el de ella. Lo cierto es que la otra gran estrella del elenco, Sam Neil, parece un poco perdido en su papel de rey pusilánime. El vestuario está muy trabajado en todos los personajes y la música, muy lejos de ser una obra maestra, es muy apropiada para la perspectiva lóbrega de la trama.

Como pega podría mencionarse el final que queda algo inconcluso (da la sensación de que los guionistas tenía prisa por volver a casa a la hora de cenar).