Samantha es una diseñadora de modas que viaja a París para copiar diseños de lujo. En París cambiará su físico y su comportamiento al enamorarse de un reportero bebedor y mujeriego llamado Steve.
Paul Newman, extraordinario actor, no tuvo suerte en la comedia. No porque no tuviera dotes para ella sino porque nunca se topó con un guión mínimamente decente. "Samantha" -y no es la peor de sus comedias- queda lastrada por el absurdo e insulso guión de alguien que ha debido romperse mucho la cabeza para darle a Newman el papel de bebedor y mujeriego. Así las cosas, y llena de topicazos que incluyen la repelente y cursi canción del nefando Maurice Chevalier, la película no la salva ni la maravillosa Thelma Ritter ni ciertos mohínes graciosos de la Woodward.
En definitiva, Shavelson no sólo no saca partido de los actores ni de París sino que encima parece no entender aquello de "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Claro que... como debió darse cuenta enseguida de que no era bueno decidió alargar el tostón.