El irregular George Seaton dirige esta comedia fantástica cuyo argumento invitaba a críticos y espectadores a calificar la película como la más ñoña y almibarada del año, o del lustro, o incluso de la historia. Pero hete aquí que George Seaton, con ideas de semejante calado, ya había sabido (tres años antes) amortiguar el nivel de blandura dotando a la historia de un gran sentido del humor y, sobre todo, dando en el clavo a la hora de elegir los personajes digamos... más "delicados". Si en aquella ocasión "De ilusión también se vive" (1947) su acierto se llamó Natalie Wood y, sobre todo, Edmund Gwenn, en "¿Se puede entrar?" además de este último brilla con luz y talento propios el magnífico Clifton Webb que, por si fuera poco, puede decirse que interpreta dos personajes: el de ángel custodio y el de Gary Cooper. Ambos los borda. Y, si los personajes más "delicados" funcionan y los niños también, es decir, si unos y otros irradian esa NATURALIDAD; el espectador asiste conmovido y expectante a una historia increíble que... se transforma en creíble.