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Voto de Anibal Ricci:
6
Drama Tras pasar unos años trabajando en el extranjero, Adam regresa a su casa familiar en Navidad, sin que ninguno de los miembros de su familia conocieran sus planes secretos ni la verdadera razón de su visita (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Una familia es un lugar donde las mentes entran en contacto… Si las mentes pierden la armonía entre ellas, será como una tormenta que destruye al jardín de flores». Cito a Buda para señalar que los problemas al interior de una familia siempre son complejos. El ideal que todos esperarían, desde la concepción, es que el niño que está por nacer fuera rodeado de amor y de anhelos para su futuro, pero a menudo los padres tienen problemas más urgentes, o más egoístas, pueden tener un amante, estar pensando en abortar o bien el progenitor ser un borracho como en esta película polaca.

Imaginen la calidad de amor que brinda ese padre alcohólico que prefería andar de viaje en vez de estar presente en casa, en realidad nunca se preocupó por encauzar a sus hijos. Se criaron a tientas, viendo a una madre sufrir humillaciones. Lo más probable es que no se hayan establecido lazos de afecto entre los hermanos. Esa falta de armonía durante la infancia marcará a fuego el carácter de los hijos.

Adam debe convencer a sus hermanos (Pawel y Jolka) de que sus intereses son más importantes que los de ellos, que solamente él tiene derecho a huir de esa familia disfuncional. Adam piensa en su núcleo familiar, desea un jardín distinto al que brindaron sus padres, no quiere más tormentas en su vida y está dispuesto a engañar a su familia primigenia.

Hay algo extraño en la actitud de Adam, lleva una cámara a cuestas y registra eventos a través del lente, de alguna forma necesita de un filtro para dar cuenta de la realidad, quiere un testimonio para presentárselo más idílico a su futuro retoño. Este es un recurso muy acertado. La cámara no registra sentimientos, sólo una realidad material.

La película está muy bien filmada y las actuaciones son sobresalientes, el problema es que el nudo dramático se huele desde el comienzo, es demasiado obvia la trama como obvio el temor del hermano menor. Adam también es presentado como un marido ausente (de hecho, Ania ni siquiera sabe que ha regresado a Polonia) y el secreto que esconde Pawel se avizora y no aflora nunca, debido a que la película tiene un ritmo cansino que no remarca estaciones. Es un fluir eterno para mostrarnos ese Macondo circular donde todo se volverá a repetir. Podría tratarse de otro recurso del director, pero la película no parece ser consciente del transcurso del tiempo.

Una película de escasos cien minutos, abordando lugares comunes como que los polacos son pobres y borrachos, termina aburriendo al espectador. Al comentar esta cinta he agregado una cita filosófica y sugerido alguna correspondencia literaria. Películas de problemas filiales hay tantas y tanto mejores: Pelle el conquistador (1987) con esa historia del niño que se rebela al padre borracho; la también polaca Papusza (2013) que es rechazada por la familia; la italiana A ciambra (2017) muestra otro ejemplo de la influencia nefasta de los padres; la chilena Piola (2020) tiene mucho más que decir; Ciudad de Dios (2002) al operar en ausencia de adultos; la argentina Crímenes de familia (2020); todas esas historias resultan más atrapantes e interesantes, en cambio, la anécdota de Noche de paz se ha contado una y mil veces, pero con mayores dosis de intriga y con escenas más memorables.

Resulta otro lugar común el clímax del film, evidenciando que la historia de este núcleo familiar comenzó a desmoronarse en épocas pretéritas, el espectador termina preguntándose si esta travesía habrá valido la pena.

Todo está podrido y Adam, como al principio, viaja en autobús de regreso a Holanda, sintiendo que acarrea una soledad de cien años.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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