Es muy reconocible su estilo, obsesiva, eternamente repetido, banalidad, diálogos brillantes, personajes repelentes, abundantes cuitas sentimentales, sexo, pijerío, chavalada que solo tiene que preocuparse por expresar la primera chorrada, bien escrita, a veces, por cierto, que se le pase por la cabeza, tontería, inteligencia, pedantería, cargantería, falsedad, sin miedo al ridículo, valentía...
Cualquier asunto si es desmenuzado un rato, seguro, pierde su posible significado o sentido, su criterio o verdad, su sentido común o prestancia, se puede volver irremediablemente absurdo, lo puedes dar mil vueltas hasta que sea irreconocible, hasta que te pida por caridad compasión y se arrastre por los suelos rogando por su vida, pecadores.
Mete este corto en cualquiera de sus películas y no notas para nada la más mínima diferencia, pegote o sobrante de cualquiera de sus otras rampantes creaciones, en aquella de los primos entraría que ni pintada, lo cual es bueno, te sorprende en ocasiones con ciertas frases, rimas o soluciones, y muy malo, cada día te resultan más insoportables esos mequetrefes y sus pretensiones, caras parlantes que repiten como loros y buenamente pueden letanías imposibles, que muchas veces dan hasta grima, chirrían, muy insufribles, y otras, también, algo te ríes.