El documental pretende reflejar, en forma de diario de viaje, la situación en la que ha quedado la antigua Europa comunista tras la caída del muro y el colapso de la Unión Soviética.

Una exposición enriquecida por el contexto. Akerman se acerca sigilosa a un periodo incierto, un limbo transitorio de adaptación. Penetra y sostiene la mirada. El equilibrio de sus imágenes engrandece el discurso silencioso que pretende.

Un documental con mucha más chicha de la que aparenta.