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España España · Cáceres
Voto de ÁAD:
5
Drama El temperamental Clay Spencer (Henry Fonda) y su mujer Olivia (Maureen O'Hara) viven en un valle de Virginia, al pie de la montaña que un día perteneció a Zebelon Spencer, padre de Clay. Ambos tratan de sacar adelante a sus nueve hijos, a base de esfuerzo y sacrificio, y sueñan con construir algún día una bonita casa en la cima de la montaña. A pesar de sus problemas económicos, los Spencer son felices. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una singular película que, a mi modesto juicio, no casa bien en la trayectoria de Daves. Aunque está ambientada en el Oeste, no es una película de vaqueros. No es realmente una comedia aunque tiene algun punto de gracia. Tampoco es exactamente una película familiar. Da igual el género, en realidad, pero está muy indefinida en sus roles y eso dificulta mucho el seguimiento.
El afán por conseguir tus sueños y la capacidad de renunciar por el bien de los propios hijos es un tema universal, que creo que afecta a cualquier humano en cualquier época o lugar. Alto trascendente a uno mismo. El título de la película tampoco ayuda mucho, parece una historia de venganza, de redención mediante las pistolas, no mediante el trabajo.
Es una película totalmente blanca. Y extraña en un director como Daves, que ya había rodado: La casa roja (1947), La senda tenebrosa (1947), Puente de mando (1949) y Flecha rota (1950), y que más tarde rodaría Demetrius y los gladiadores (1954), Tambores de guerra (1954), Jubal (1956), La ley del talión (1956), El tren de las 3:10 (1957), Cowboy (1958), Arizona, prisión federal (1958), Cenizas bajo el sol (1958) y El árbol del ahorcado (1959). Es decir, un director duro, seco, sin concesiones. Que se embarca en una historia casi familiar, que por momentos parece la Casa de la Pradera, sin especial sustancia, larga, pausada y algo tediosa.
No me parece ni si tipo de cine, ni la forma de narrar más adecuada a su estilo.
Henry Fonda y Maureen O´Hara funciona, cómo no, pero tampoco es que tengan un espacio de gran lucimiento.
La música sí me ha parecido espléndida, a cargo de Max Steiner. Un aire clásico y relajado.
Quizá otro director le hubiera dado otro aire, pero tal y como la cuenta Daves se convierte en una historia insustancial, sin emoción, sin drama pero sin comedia. Una historia normal y corriente de personas normales y corrientes. Y para vidas vulgares y corrientes, la mía. Soy muy de Garci y su máxima de que el cine es una vida de repuesto, una vida sustitutiva con la que poder escapar de la propia hacia otras emociones y lugares.
ÁAD
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