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Voto de Vito Corleone:
8
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Drama
Buenos Aires, 1983. En los últimos años de la dictadura militar argentina, una acomodada profesora de historia comienza a tomar conciencia de lo ocurrido en ese periodo. Sus sospechas sobre los oscuros asuntos de su marido y una Abuela de Plaza de Mayo que busca a su nieta son los motivos que la llevan a replantearse "la historia oficial". (FILMAFFINITY)
30 de septiembre de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corren nuevos aires en Argentina. El país entero parece despertar de una larga pesadilla y se respira la libertad. A ésto se enfrenta Alicia en la escuela secundaria donde da clases de historia: los jóvenes están inquietos, rebeldes y lo cuestionan todo. Y para Alicia la Historia es algo que no se puede cuestionar. Hay que respetarla.
Pero los nuevos aires también traen consigo una presencia inquietante: una mujer mayor con un pañuelo blanco sobre su cabeza no para de observarla. A ella y a Gaby, su hija adoptiva. A esto debemos sumarle la aparición de un compañero de trabajo, profesor de literatura, con el cual los alumnos parecen sentirse muy cómodos, y él parece entenderlos. Poco a poco, sus valores irán cambiando y se dará cuenta que la historia reciente de su país es más oscura de lo que quisieron hacerle creer, y que afecta a ella y a toda su familia directamente...
"La Historia oficial" es la historia del despertar de un país, una metáfora que se refleja en el papel de Norma Aleandro. Un capítulo nefasto de una de las peores dictaduras latinoamericanas. Es también una obra valiente, que conseguiría el oscar a la mejor película de habla no inglesa. La palícula reúne por primera vez a dos grandes actores argentinos (que coincidirían mas tarde en la también aspirante al oscar "El hijo de la novia"): Hector Alterio, en el magnífico papel de empresario que ha llevado a cabo ciertos negocios turbios con los militares, y Norma Aleandro, en el papel de Alicia. También destacan Patricio Contreras (gran actor chileno, en el papel del profesor de literatura), Chela Ruiz (una de las Abuelas de Plaza de Mayo), Hugo Arana y Chunchuna Villafañe, cuñado y amiga de Alicia, y contrapunto de Roberto, su marido.
El filme daría el reconocimiento internacional a Luis Puenzo, gracias a un guión sólido, a veces tímido (no hay que olvidar que se estrenó solo un año después de la dictadura), pero conciso y que huye de efectismos. No faltan las discusiones de política, con alusiones a la Guerra Civil, y el homenaje a los desaparecidos (sus fotos pegadas en la pizarra por parte de los alumnos). También encontramos una cierta crítica a entender la Historia de forma unilateral. Una brillante, y necesaria, lección de Historia.
Pero los nuevos aires también traen consigo una presencia inquietante: una mujer mayor con un pañuelo blanco sobre su cabeza no para de observarla. A ella y a Gaby, su hija adoptiva. A esto debemos sumarle la aparición de un compañero de trabajo, profesor de literatura, con el cual los alumnos parecen sentirse muy cómodos, y él parece entenderlos. Poco a poco, sus valores irán cambiando y se dará cuenta que la historia reciente de su país es más oscura de lo que quisieron hacerle creer, y que afecta a ella y a toda su familia directamente...
"La Historia oficial" es la historia del despertar de un país, una metáfora que se refleja en el papel de Norma Aleandro. Un capítulo nefasto de una de las peores dictaduras latinoamericanas. Es también una obra valiente, que conseguiría el oscar a la mejor película de habla no inglesa. La palícula reúne por primera vez a dos grandes actores argentinos (que coincidirían mas tarde en la también aspirante al oscar "El hijo de la novia"): Hector Alterio, en el magnífico papel de empresario que ha llevado a cabo ciertos negocios turbios con los militares, y Norma Aleandro, en el papel de Alicia. También destacan Patricio Contreras (gran actor chileno, en el papel del profesor de literatura), Chela Ruiz (una de las Abuelas de Plaza de Mayo), Hugo Arana y Chunchuna Villafañe, cuñado y amiga de Alicia, y contrapunto de Roberto, su marido.
El filme daría el reconocimiento internacional a Luis Puenzo, gracias a un guión sólido, a veces tímido (no hay que olvidar que se estrenó solo un año después de la dictadura), pero conciso y que huye de efectismos. No faltan las discusiones de política, con alusiones a la Guerra Civil, y el homenaje a los desaparecidos (sus fotos pegadas en la pizarra por parte de los alumnos). También encontramos una cierta crítica a entender la Historia de forma unilateral. Una brillante, y necesaria, lección de Historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A diferencia que España, en Argentina practicamente no hubo transición democrática. La joven democracia enseguida tuvo que enfrentarse a todos los horrores que la dictadura provocó, como la expropiación de los hijos del enemigo. Hubo juicios, indultos e intentos de golpes de Estado, y las heridas aún siguen abiertas (como en España y el resto de Latinoamérica). En Argentina todavía se busca a hijos de desaparecidos, cada vez con menos esperanza.
Este choque con la realidad está plasmado de forma excelente en el final de la cinta: una vez que Alicia asume que su hija adoptiva es hija de desaparecidos decide actuar. Su marido, en parte cómplice de semejante rapto, no quiere aceptar la realidad. La tilda de loca e incluso la maltrata a golpes. Alicia llora y grita. Al final, después de hablar con su hija por teléfono, se serena y se seca las lágrimas. Coge un pequeño bolso y se dirige a la puerta. Su marido intenta retenerla, esta vez de forma suave. Ella lo rechaza, abre la puerta, mira por última vez su casa, como queriendo dejar el pasado atrás, un pasado doloroso y cruel. Es tiempo de cerrar heridas. Y cerrarlas significa asumirlas, ya que si no, nunca dejarán de sangrar...
Este choque con la realidad está plasmado de forma excelente en el final de la cinta: una vez que Alicia asume que su hija adoptiva es hija de desaparecidos decide actuar. Su marido, en parte cómplice de semejante rapto, no quiere aceptar la realidad. La tilda de loca e incluso la maltrata a golpes. Alicia llora y grita. Al final, después de hablar con su hija por teléfono, se serena y se seca las lágrimas. Coge un pequeño bolso y se dirige a la puerta. Su marido intenta retenerla, esta vez de forma suave. Ella lo rechaza, abre la puerta, mira por última vez su casa, como queriendo dejar el pasado atrás, un pasado doloroso y cruel. Es tiempo de cerrar heridas. Y cerrarlas significa asumirlas, ya que si no, nunca dejarán de sangrar...