Aunque el título es desconcertante y poco apropiado para el argumento de la película, nos encontramos ante una comedia romántica fuera de convencionalismos. Ni la chica es la mujer ideal ni por cuerpo ni por personalidad, ni el hombre es el tipo guapo y cachas, y ambos arrastran más penas que alegrías.

Como historia secundaria tenemos a dos ancianos con más miedo que ganas por comenzar un romance en la última etapa de sus vidas. De trasfondo, otro viejo encaprichado de una joven y sensual showgirl.

La historia es poco creíble: jóvenes y viejos manteniendo relaciones sexuales casuales unos con los otros buscando (sin conseguirlo) no sentirse tan solos al menos por una noche, herencias millonarias de una extraña, etc.

Lo que la hace deliciosa es la elegancia de sus personajes, el tempo lento, el que no haya ataques de ira (tan típicos en las comedias románticas destinadas al público adolescente), la sensación de que siempre hay una oportunidad para el amor.

Para nada es una película lacrimógena, ni habla de amores eternos, ni de amores predestinados. Quizás sea ese tratamiento humanizado del amor lo que la hace especial.