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España España · Córdoba
Voto de echulin:
8
Drama Mosén Millán celebra una misa de réquiem por Paco, "el niño del molino", un campesino republicano asesinado el año anterior por unos forasteros. (FILMAFFINITY)
3 de noviembre de 2013
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo nací estando aún vivo el dictador. Durante mi infancia, en esa modélica transición a la democracia donde las mismas familias de siempre se repartieron el país, hablar de la guerra o de la dictadura era tema tabú, al menos delante de los niños. Esa parte de la historia no aparecía en los libros de texto ni en la televisión. En mi adolescencia ya la gente hacía comentarios sin temor, pero el tema seguía sin aparecer en los libros de historia del instituto.

Lo poco que sé sobre el tema me vino contado por familiares y por un libro que se editó sobre la guerra civil en mi pueblo, que fue el que más información me dio. Esta película refleja bastante bien lo que conozco. Y conocerlo es imprescindible para entender la película y que no parezca inconexa.

Básicamente, instaurada la segunda república se propugnó una ley para que los labradores gestionaran las tierras no usadas. Los terratenientes de los pueblos usaban los cultivos como un arma para mantener su poder hegemónico. Daban trabajo a los afines, y dejaban sin trabajo a familias enteras si uno de sus miembros no era servicial y sumiso. Pagaban la jornada a su antojo. Y si había revueltas, ese año no cosechaban para que el pueblo pasara hambre y aprendiera la lección. Total, a ellos no les faltaba de nada.

El gobierno republicano quiso acabar con esa improductividad de las tierras y esa miseria sobre las gentes. Si un terrateniente dejaba tierras sin labranza, el ayuntamiento se apropiaba de ellas y daba derecho de explotación a la organización de agricultores local. Esto, por supuesto, era una gran afrenta contra las familias poderosas del pueblo. Imaginad a niveles superiores como los grandes latifundistas.

Si el cántaro da en la piedra, o la piedra da en el cántaro, mal para el cántaro. Este dicho que aparece en la película lo dice todo. Aunque la gente beneficiada por la república fuese una inmensa mayoría, la minoría pudiente es la que podía comprar voluntades, armar un ejército y tomar el poder por la fuerza.

Y eso es lo que se cuenta en la película. El asalto al poder trajo el fusilamiento de los cabecillas de ayuntamientos y organizaciones de agricultores. A veces con un tiro en la nuca en la noche, en la cuneta de un camino. A las jóvenes afines al bando republicano se las rapaba al cero para señalarlas y causarles vergüenza

Lo que no cuenta la película es que a veces las muertes eran arbitrarias y debidas simplemente a rencillas personales. Tampoco que a esas mismas jóvenes les daban un tóxico, aceite de ricino, como castigo y tortura. Ni que la iglesia estuvo de parte de los sublevados. Ni que el dictador, una vez instaurado, promulgó una falsa amnistía que fue aprovechada para matar a los que aparecían para acogerse a ella.

Miserias de la historia que nunca desaparecerán, porque siempre habrá quien está en la cúspide y quien está en la base, aunque cambien las formas de opresión. Que se lo digan a los 6 millones de parados. Que se lo digan a quien tiene trabajo en estos tiempos. Te reconocerán que si el cántaro da en la piedra, o la piedra da en el cántaro, mal para el cántaro.
echulin
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