Perdonen, pero me queda un sorbo para finalizar mi te... Amigos, aquellos anglófilos amantes de lo Victoriano están de enhorabuena porque la recreación visual que se hace en Great Expectations de la Inglaterra de la época es sencillamente un festín; si encima les gusta Dickens, hoy es su día de suerte. No se me ocurren peros al gran despliegue de medios y al exquisito cuidado a la hora de representar la niebla, las brechas sociales y la mugre en esta penúltima adaptación de las cuitas de Pip Pirrip. Si nos centramos en el guión, repito que estamos hablando de Dickens, de modo que los protagonistas se mueven en un mundo poblado por indeseables antológicos, donde las penurias están a la orden del día y donde la buena gente lo es de verdad y ve recompensado su tesón con abracadabrantes coincidencias y giros del destino. A un ser humano del siglo XXI, inglés o no, habrá cosas que se chirríen, pero no puede discutirse que su capacidad para retratar su época es excelente, la misma que tiene la BBC para adaptar sus clasicos con factura envidiable. En definitiva, folletín de tomo y lomo con vueltas y revueltas al concepto de la pureza de sangre que es muy disfrutable. Ójala nosotros hiciéramos lo mismo con nuestros grandes libros...