En la tendencia de los remakes y adaptación a formatos televisivos, la obra de Jorge Franco —primeramente llevada al cine en 2009— no pudo ser la excepción y bajo las riendas de Caracol sufre grandes cambios hacia un melodrama extenso de 71 episodios llevaderos, bastante conciliadores, por momentos agudos y que sin duda nos conducen hacia su tercera parte muy repetitiva y a su vez escéptica en cuanto a temas relacionados con migrantes en Estados Unidos.

Esta nueva entrega dota a los personajes de suficientes virtudes y desconectarla de lleno de aquella entrega realizada por el director Simon Brand y es presentada como un melodrama de fórmula con tintes de denuncia sobre sitios que prometen el sueño americano y que se valen de la necesidad ajena para sacar el mayor provecho y enviar a un viaje incierto por los huecos de la ilegalidad a sus compatriotas.

Reina, la joven protagonista se ve en la necesidad de ir en la búsqueda a los Estados Unidos de su madre, una mujer con algunos trastornos de personalidad, a quien su mismo padecimiento la ha colocado en un momento y lugar nada certeros y así ser tomada en cuenta para inmigrar hacia algún sitio de Norte América. En el deseo por encontrarla, Reina acude a la agencia de viajes que le facilitará todo con tal llegar al vecino país y junto con cinco personas más (entre ellos su novio Marlón), se aventurarán a pasar por los recovecos de las remarcadas y peligrosas fronteras mexicanas.

En esencia la fidelidad al argumento se guarda, sin embargo tanta pulcritud en el trazo psíquico de los personajes —que rayan en bondad desproporcionada—, dan al traste con el planteamiento del proyecto. Personajes acartonados, poco desarrollados y con una clara línea de aleccionamiento, jamás permitió tomar en serio lo que la película sí logró en su momento. Con un reparto muy acorde a los registros acostumbrados (Sebastian Eslava), hasta aquéllos que van tras el matiz que enriquezca su propia trayectoria (Juana Arboleda).