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Voto de Juan Marey:
7
Terror. Intriga Un hombre investiga la extraña desaparición de dos de sus amigos, tras la visita de éstos al siniestro castillo de un Conde austriaco. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película supuso el debut como realizador de Nathan Juran, quien antes había sido director artístico de joyas del séptimo arte como “¡Qué verde era mi valle!” o “Winchester ‘73”. Juran empezó su carrera en esto del cine trabajando en la RKO como dibujante de arte, más tarde se cambió a 20th. Century Fox donde inició su labor como director artístico, destacando por su trabajo en la mencionada “¡Qué verde era mi valle!” ganando un Oscar por su labor en este filme. Posteriormente pasó de la Fox a la Universal donde antes de convertirse en director en la cinta de terror gótico de la que vamos a hablar hoy, “The Black Castle”, tuvo tiempo de encargarse de la dirección artística de la también mencionada “Winchester 73”, o de otra pequeña joya, “Harvey”. Nuestro amigo Nathan es sobre todo recordado por sus trabajos en películas de series B, ya sea en los terrenos del terror, la ciencia ficción y el fantástico, o en el campo del cine de aventuras y del western, caracterizándose todas ellas por sus argumentos sencillos y directos, pero resueltos por Juran con solvencia técnica y ritmo eficaz, soliendo resultar en ocasiones muy agradable su visión, es el caso de la película que hoy nos ocupa.

Su puesta de largo como director se introduce a través de las coordenadas del relato gótico, con una película con una atmósfera malsana, en la que encontramos ecos tanto de Edgar Allan Poe –The Premature Burial- como Richard Connell –The Most Dangerous Game-. Digna predecesora de tantos y tantos relatos de carácter gótico auspiciados en el cine de los cincuenta y primeros sesenta –no solo por Hammer Films y la American International de la mano de Roger Corman-, lo cierto es que “THE BLACK CASTLE” se inicia de un modo arrebatador. Más allá de contemplar en su elegante travelling lateral de apertura la procedencia de una fuente artificial de viento que se esconde en el off visual, la cámara del realizador logrará describir un entorno propio de película de terror –el exterior de la zona fúnebre del palacio del protagonista-, que tendrá su continuidad cuando sus sirvientes se dispongan a sellar los ataúdes de la pareja formada por Burton y la condesa. Será en ese preciso instante, cuando la imagen descubra su rostro inexpresivo en su exterior en primer plano, mientras el impactante grito del inmóvil aristócrata clama sin respuesta antes los operarios, constatando ante el espectador el hecho de que tanto él como la joven se encuentran con vida. Será el magnífico inicio de una ficción que, justo es reconocerlo, jamás alcanzará la fuerza de estos primeros minutos, aunque ello no nos impedirá asistir a un estupendo divertimento.

Espléndidamente fotografiada en blanco y negro por Irving Glassberg, y con modestos pero eficaces decorados, es una película atmosférica que destaca por su ambiente gótico y malsano. Una terrorífica serie B más que presentable, con un lúgubre castillo, personajes siniestros, y escenas de lograda atmósfera que nos ayudan a disfrutar de esta estimable cinta.
Juan Marey
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