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Voto de Juan Marey:
8
Drama. Thriller. Fantástico. Cine negro Según una antigua leyenda, si varios desconocidos piden a la vez un deseo al ídolo chino Kwan Yin, éste abre los ojos y los hace realidad. Crystal Shackleford decide averiguar qué hay de cierto en todo esto. Para ello, reúne en la calle a dos extraños con problemas diferentes y les propone pedir un deseo la noche en la que comienza el nuevo año chino. (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2014
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Howard Koach y John Huston escribieron el guión de esta película a partir de un relato de Huston, cuya inspiración según parece le vino después de la compra de una estatua china de madera en una tienda de antigüedades y de una conversación a propósito de unos boletos de carreras de caballos en Irlanda. La película es una fábula sobre el karma, sobre la mezquindad humana y sobre la inevitabilidad del destino, ese fatalismo inherente al cine negro y que tan fantástico nos resulta. Nos situamos en Londres, Crystal Shackleford (Geraldine Fitzgerald) quiere averiguar si la leyenda de una estatua china es cierta, para ello decide reunir a dos extraños, Peter Lorre (Johnny) y Sydney Greenstreet (Jerome), los tres hacen un trato, apuestan por un caballo a las carreras, y el dinero conseguido, si es que ganan, lo invertirán en una nueva carrera al mismo caballo.

Ambigua e irónica, el film cuenta con una dirección fluida y elegante por parte de Negulesco que se mezcla a la perfección con las dosis de cinismo, pesimismo y misoginia del relato Huston. La ligereza del conjunto no debe confundir en relación a lo descorazonador de sus conclusiones, aquí todo el mundo pierde, aunque algunos en menor grado, como el personaje encarnado por un Lorre genial, como siempre.

La ambientación es fascinante: en casa de Crystal, en las oficinas de Jerome o de okupas en unas ruinas con Johnny y Gaby, estamos siempre en un no-lugar. La música de Adolph Deutsch acompaña el misterio. Los actores, todos fantásticos, pero es Peter Lorre (Johnny) quien realmente marca el ritmo de la película. Por último, la fotografía excelente del veterano Arthur Edeson da a este cuento esotérico la atmósfera negra que le conviene.

Una de las obras más desconocidas de este director de origen rumano Jean Negulesco que consigue dotar al film de un ambiente de misterio y extrañeza que no decae nunca. Una película a recuperar que se ve con fascinación.
Juan Marey
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