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Voto de Juan Marey:
7
Western Una atractiva y joven aventurera convence a un explorador para que la ayude a encontrar a su hermana, que ha desaparecido en territorio apache. A la expedición se une también el Capitán Lorrison que está enamorado de ella. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sam Wood, que en los años 30 y parte de los 40 fue uno de los reyes del drama, tal y como lo demuestran joyas como “Adiós Mr. Chips” (1939) o “El orgullo de los yanquees” (1942), también tuvo diversas oportunidades para desarrollar su talento dentro de la comedia, en este sentido su encuentro con los Hermanos Marx resultó crucial: “Una noche en la Ópera” (1935), obra insuperable del humor cinematográfico, tuvo inmediata continuidad en “Un día en las carreras” (1937), ambas películas, que supusieron dos de los mayores triunfos artísticos en la carrera de los Marx, contenían numerosos gags que posteriormente han pasado con justicia a formar parte de cualquier antología cómica que se precie. Pues bien, en la que sería su última película, el veterano realizador apostó por ofrecernos uno de los primeros westerns psicológicos, westerns que poco a poco se adueñarían del género, proporcionando una de los últimos periodos dorados del mismo, este western es la película que hoy nos ocupa “Emboscada (Ambush)”.

Casi una década después de dar vida a “Billy el niño”, Rod Taylor cabalga de nuevo para interpretar a Ward Kinsman, un explorador que conoce a los indios y el terreno que pisa. Junto a la caballería de los Estados Unidos viajará por los cañones del inhóspito territorio de Arizona en búsqueda de una mujer secuestrada por los Apaches, en concreto por un tal “Diablito”. En la película encontraremos también una galería de personajes y situaciones que, a rasgos generales, incidirán más que en la dureza de la vida castrense, en un cierto grado de frustración por momentos casi existencial, entre los moradores de la misma, entre ellos se encontrará uno de los oficiales que no dudará en agredir a su esposa –hastiada de ser la mujer de quien es, pero resignada por el ímpetu de su religión a cumplir el mandato del matrimonio hasta el fin de sus días, pese a que interiormente desea a otro oficial del mismo-, a lo que habrá que unir el implícito triángulo amoroso que se establecerá entre nuestro héroe anteriormente mencionado, el rudo de Kinsman, con el áspero Capitán Ben Morrison (John Hodiak) y la bella Ann Duverall (Arlene Dahl)

Corrían buenos años para el cine del Oeste y esta película es una buena muestra de ello, un filme intenso y entretenido con muchas lecturas soterradas.
Juan Marey
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