Que una estrella en sus ochenta y pico años se siente a contarnos su vida profesional y personal puede resultar habitual hoy día, pero no lo era tanto en 1993, y menos aún si estamos hablando de la que probablemente sea la mejor actriz de la historia del cine norteamericano, con una trayectoria profesional que se extendió desde los años 30 a los 90 del pasado siglo. Miss Hepburn habla a cámara, enseña imágenes inéditas para el gran público, reconoce que era una engreída, que no contestaba las cartas de sus fans, y que la profesión de sus padres (científico él, por ejemplo) es mucho más importante que la de ser una estrella.

A la hora de hablar de Spencer Tracy su honestidad es brutal, y también a la hora de hacer válidos sus consejos para cualquier mortal. El estilo del documental quizá peque de sensiblería en su banda sonora y en su estilo, pero está bien escrito y supone un ejemplo de vida sin dogmatismos para todo el que lo vea. La gran dama que acabaría muriendo justo 10 años después del rodaje de este documental, sin apenas saber ni dónde estaba y con grandes deficiencias físicas en la novena década de su vida, no esconde aquí ni su vejez ni sus defectos, y ver a una mujer que ha protagonizado algunos de los iconos audiovisuales más grandes del siglo XX comprando helado o jugando al parchís es verdaderamente especial. Muy recomendable, se sea o no se sea fan de Katharine Hepbun.