Lubitsch estaba entusiasmado con el director de esta película, un injustamente olvidado René Clair. Y viceversa. Solo decir que la considero una grandísima película, una comedia de enredo donde el enredo tiene tantos y tan bien tramados sub enredos que se hace difícil imaginar una película más completa. Basada en la obra de Labiche, los recursos cinematográficos del director son auténticos hallazgos. Para reír pero no solamente reír, también sonreír constantemente ante un guión inteligente que consigue que la intensidad y la ligereza crucen la pantalla en perfecta armonía. Riqueza de escenarios, de situaciones, de actores... Y pocos carteles, el director quería que, siempre que fuera posible, las imágenes nos hablaran por si solas. Rotundamente maravillosa.