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España España · Donostia
Voto de xsuri:
9
Grizzly Man
2005 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Timothy Treadwell
7,2
9.462
Documental. Drama Entre 1990 y 2003, Timothy Treadwell, camarero, actor ocasional y ex-alcohólico, pasó catorce veranos conviviendo con los osos grizzly. Él mismo grabó con su cámara de vídeo sus estancias en Alaska y su obsesiva relación con los plantígrados (unas cien horas). Werner Herzog usó parte de este material. El último verano, uno de los osos atacó a Timothy y a su novia Annie. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2011
74 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mitómano, narcisista histriónico, Timothy Treadwell, el protagonista del documental, no ama a esos osos, hace como que les ama, ni ama tampoco a esos zorros. Y no se acerca tanto a ellos como parece: por más contacto físico que haya entre él y esos animales, no logra conectar de verdad, los antropomorfiza, los convierte en una caricatura de seres humanos, tal como los niños hacen con las muñecas. El infantilismo del personaje es tal que, conforme avanza el metraje, comprendemos por qué al inicio le llaman retrasado mental. Todo es impostura, el tono de su voz, su pretencioso amor, sus ardientes deseos de “ser alguien”. Los osos son los secundarios en los dos documentales, tanto en el de Herzog como en el de Treadwell. A este último lo mismo le podía haber dado por coleccionar moscas o aprender zulú.

La manera de estar en el mundo de Timothy es artificiosa de cabo a rabo. Incluso cuando se rueda a sí mismo, parece que parodie al típico aventurero de documental. Por supuesto, Amie, su novia, no debe salir, “se supone que estoy solo”; la verdad importa nada, es el imperio de la apariencia, de la imagen, de una vida que se vive “como si”. Que es un mentiroso lo saben los que le conocieron: no nació en Australia, por mucho que practique un forzado y ridículo acento, ni probablemente quedó segundo en un cásting, tal como sospecha su propio padre. Hasta se cambia de apellido porque es más teatral. Es la tragedia del que no sabe ser auténtico, un mal cada vez más extendido en la sociedad, con el agravante que ni un estilo de vida radical y más o menos solitaria logra curar. Se podría decir que más que la novia o los osos, le acompañan las cámaras, una especie de espejo donde este narciso se mira y donde podrá exhibir su imaginada grandiosidad al mundo. Se proyecta claramente cuando llama fracasados a los cuidadores de la reserva.

La película es maravillosa para mostrar esta distorsión. Cuanto más grandioso se ve a sí mismo, más mediocre y vació le percibimos nosotros. Su excepcionalidad no tiene calidad sino cantidad. Es excesivo en todo, histriónico de manual, pero falso: una identidad falsificada, un ego enorme, pura imagen. Esta vacuidad es tan portentosa, la mediocridad del personaje tan apabullante, que es incapaz de observar a los animales con un mínimo de reflexión “científica”. Aunque se crea un experto en osos, en realidad no sabe nada de ellos porque no puede salir de sí mismo ni un solo momento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
xsuri
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