Veamos...A mí, esta coproducción hispano-italiana me ha entretenido de principio a fin: tiene ritmo, la acción no decae nunca, las interpretaciones son bastante buenas, los asuntos que se plantean son interesantes, la dirección es competente, la banda sonora también...Entonces, ¿por qué tengo que asumir la raquítica nota de 4'3 que le da Filmaffinity a esta cinta tan curiosa y tan poco conocida?

Bien es verdad que es un largometraje muy violento (para muestra, la tremenda secuencia del asesinato del personaje de Álvaro de Luna), pero la relación que establece entre la religión católica y el crimen es digna de reflexión: Javier Escrivá es un monje que, en medio de una crisis de fe, cuelga los hábitos y se convierte en el líder de una peligrosa banda de atracadores, con la retorcida idea de que, haciendo el mal, encontrará a Dios, pues Éste acabará por castigarle, tarde o temprano...Y no, los atracadores no cubren sus rostros con un capuchón rojo tipo Semana Santa o Ku Klux Klan, como se ve en el sensacionalista cartel de la película, sino con un pasamontañas rojo que es más práctico y personaliza al grupo, aunque tal vez ese color aluda a una no menos retorcida pasión religiosa, la del cerebro de la banda.

A Javier Escrivá le acompaña un reparto interesante, muy de cierto cine español de género de la década de los años 70, con nombres como Tony Isbert, Alexandra Bastedo, la malograda Sandra Mozarowsky, o Álvaro de Luna. Se rodó en Galicia.