He visto hace poco las seis temporadas que componen esta serie británica de ciencia-ficción, y sin duda hace honor a la reputación que le precede como serie de culto: sorprendente, brillante, inteligente, diferente, son sólo algunos de los apelativos que merecería. Joanna Lumley y David McCallum encarnan respectivamente a Sapphire y a Steel, dos agentes interdimensionales encargados de solucionar alteraciones del espacio-tiempo, provocadas por fuerzas malvadas. Se les asignan casos -como se dice en los inolvidables créditos iniciales- y se materializan en la Tierra como seres humanos. Hay más agentes, como Silver (David Collings), y todos ellos son metales, aleaciones o piedras preciosas. Sapphire, haciendo honor a su nombre, suele vestir de azul; es más comprensiva, mientras que Steel, en consonancia con su naturaleza, es más duro.

Con poco dinero, un escaso presupuesto y escenarios normalmente interiores, la serie, a través de sus guiones, despliega una acción increíblemente absorbente, compleja y abstracta, en la que hay malos y buenos, víctimas y verdugos. Lumley y McCallum están perfectos en sus personajes.

Saltos en el tiempo, fantasmas, desapariciones, transformaciones físicas, viajes desde el futuro, telepatía, fenómenos paranormales, son elementos presentes en esta serie, en la que hay, por supuesto, cierta tensión romántica entre los dos protagonistas.