En el safari metraje que nos ocupa vemos a una chica que no debería estar por la zona adentrarse en una selva repleta de animales salvajes que al que estudiar pero con precaución, el hábitat natural es una zona de playa con fiestas y unos tiburones de nada comiendo bañistas, ideal para días refrescantes pues la sangre en el agua le da un toque muy fresquito y es buena para el cutis.

Audiovisualmente es un safari muy estándar y los diálogos están escritos con muy poca imaginación.
La trama en que se mueve la fauna de esta cinta es muy tonta y los efectos especiales están a un nivel en que cuando un tiburón se zampa a alguien simplemente se suele ver que alguien se mete bajo el agua y hay una mancha de sangre... No vemos cómo es el ataque, solo el resultado. Para eso tiramos una moneda al aire para decidir si sobrevive el siguiente personaje o no, no necesitamos ni tiburones.

Toda la trama es muy cliché, tiene una lista de elementos que se repiten hasta la saciedad en películas de bichos marítimos comiendo gente seguida a raja tabla prácticamente. El ritmo es lentillo, no nos engancha ni logra captar interés por personajes ni por sucesos. Es la típica película que suelen poner en findes por la tarde con la esperanza de que la audiencia esté medio dormida y no se cuestione ni medio segundo de lo que hay en pantalla porque apenas lo ve al estar entre siestas en el sofá. Por eso, si la vemos despiertos nos damos cuenta del bajo nivel cualitativo.

¿La recomiendo?
No, hay cosas mucho mejores que ver y te animo a ver mejores películas que la que nos ocupa en esta crítica.