Dos muchachas que vuelven de un viaje por México conocen en el aeropuerto a dos chavales que también venían en su vuelo y al buscar un medio de transporte que les acerque al centro, durante un anoche lluviosa, aparece un tipo más bien desagradable y maleducado con un microbús (el shuttle del título) que se ofrece a llevarlos, cosa que aceptan ante la inexistencia de otro modo de transporte, emprendiendo el viaje los 4 jóvenes, el conductor y un tipo que se hallaba a bordo cuando los jóvenes suben, resultando ser el conductor un psicópata que los secuestra con, se presume, oscuras intenciones.
Para no extenderme más (la peliculilla no lo merece), nos hallamos ante un psicópata risible, unos secuestrados que actúan de forma risible, situaciones y música pretendidamente angustiosas, pero eminentemente risibles, un guion risible que hace aguas por los cuatro costados, fotografía risible, actores risibles y dirección risible.
Risible, previsible, estúpida e inverosímil.