Entretenida y muy divertida película, que aparte de la historia del profesor que decide suicidarse, es un retrato esperpéntico de la España de la época. Tony Leblanc compone una de sus mejores interpretaciones, consiguiendo que te identifiques en todo momento con él, con sus malos rollos y con el pícaro que, ante los aprovechados que pretenden sacar partido a su situación, los utiliza en su beneficio. Cuenta con una buena fotografía, mostrándonos Segovia y su acueducto resplandecientes, como de postal turística.