El director Philip Noyce, conocido por películas como “El coleccionista de huesos”, “Juego de patriotas”, films típicos en su género de la industria de Hollywood, se traslada a su Australia natal para contar una historia basada de hechos reales.

La trama se centra en una niña aborígen que huye acompañada de su hermana y de su prima de una institución gubernamental en busca de sus orígenes en un larguísimo viaje de más de dos mil kilómetros. El director aprovecha un tema de los que “llegan” al espectador, y bordeando el fondo de la problemática, el film se orienta claramente hacia el lado más “hollywoodiense” salpicando el retrato de tópicos que nos suenan a algo visto.

Es una lástima que aunque aparezca como telón de fondo, no se trate el tema en más profundidad sobre la destrucción sistemática de una cultura propia con la excusa de "civilizar" a los indígenas. Más concretamente cómo los blancos destruyen sistemáticamente todo lo que no es como ellos. Y mucho más que no entre más a fondo sobre los métodos utilizados, o sobre el choque de culturas que implica forzosamente la desaparición de la más débil. Todo esto es utilizado como un trasfondo de lo "políticamente correcto", con el que quiere justificar la cantidad de tópicos vertidos en el film pero quedando sólo en la superficie.

Aún así, Noyce domina a la perfección los elementos narrativos del cine para hacer un film entretenido, amable con una resolución que a medida que avanza el metraje se hace cada vez más evidente. A pesar de estar algo lejos de Hollywood, parece que la gran industria ha impuesto su ley... una vez más.