Lullaby es ejemplo perfecto de una película hecha con el piloto automático o con la fotocopiadora, es decir, correctamente pero sin alma.
¿Qué puede haber más manido que una historia de un personaje distanciado de su familia que vuelve a casa porque uno de sus progenitores va a morir? Pocas cosas, la verdad... y la cinta de Andrew Levitas tiene todos los tópicos juntitos en su argumento y u desarrollo y no se olvida de ninguno. Desafortunadamente eso no se traduce en una historia emotiva e interesante, sino que se queda más bien en una película para pasar el rato en una tarde aburridilla. Hasta algunos de los actores parecen contagiados de la anemia narrativa, como un Garrett Hedlund bastante inexpresivo o, por sorprendente que parezca en una intérprete de su categoría, Amy Adams. Por suerte Jessica Brown-Findlay sigue paseando esa simpatía y esa naturalidad arrolladoras que tiene y que aquí pone al servicio de quien es el mejor de la función, un Richard Jenkins que aporta la únca emoción verdadera que vemos en la película, que es la de ese padre que desea ver a su familia junta y reconciliada antes de dejar este mundo.
Poco estimulante aunque entretenida, al menos.

Lo mejor: Los actores, especialmente Richard Jenkins y Jessica Brown-Findlay.
Lo peor: No emociona y es un conjunto de clichés con patas metidos con calzador