"La justicia del hombre blanco protege al malvado".

Entretenido y bastante interesante film de aventuras, que comienza pareciendo una serie C para ir ganando confianza hasta llegar a ser francamente amena.
Producida por los míticos estudios Ealing, se rodó tanto en platós cerrados de la Gran Bretaña como en bellos escenarios naturales de Zanzíbar, Tanzania.
El resultado es una película gratificante, disfrutable, con momentos muy dinámicos que hacen guste de veras.
Y es que, bajo una capa de evidente cine de aventuras, existe una denuncia de la explotación del africano por parte del hombre blanco, de las grandes corporaciones, comenzando por seres malvados, hombres de Leyes que amparándose en el progreso y la civilización explotan recursos naturales y humanos. En esta ocasión es el marfil sacado de manadas de elefantes sacrificados para tal fin.
En sus primeros minutos la película parece será falta rutinaria y muy convencional pero poco a poco, a medida que el protagonista y su bella esposa comienzan a investigar, salen a relucir hechos y situaciones que entran en lo criminal llegando al frío y despiadado asesinato.
Hay una larga escena, un diálogo entre la pareja protagonista y el malvado (excelente Martin Benson), inteligente y ladino abogado, que es completamente clarificador de el porqué se llega a dicho abuso y explotación. En un momento dado el abogado exclama ufano:

"- La Civilización no puede esperar a que se ponga al día con ella el hombre negro primitivo".

Así que se pasa por encima de él, sus tradiciones, valores y formas de vida con tal de obtener grandes beneficios económicos.
Lucha por la dignidad del africano, en esta ocasión "ayudado" y "cuidado", tal y como le dice el jefe de la tribu a su amigo, al protagonista del filme.
No faltan las escenas con animales salvajes, como un ataque de cocodrilos al protagonista y su amigo el jefe de la tribu, donde son arrojados por ellos al agua y se defienden dando... ¡manotazos!.
Curiosa también la escena de la pesca de la tortuga empleando las rémoras, peces que se adhieren férreamente a las tortugas y gracias a ella los pescadores pueden sacar del agua al animal.
Una cinta agradable, que es pura serie B, de acuerdo, pero resulta estimable por muchos motivos.
Como curiosidad, particular, que no conocía de nada a la actriz Sheila Sim. Y tras ver la peli me meto en el IMDB y compruebo que fue la esposa de Richard Attenborough hasta la muerte de este.

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