"Pequeño" western, al menos en cuanto a ambición y duración.
Se trata de un film de la productora Fipco. Sus creadores fueron Boetticher y Audie Murphy, aquí en un pequeño papel y ambos ya lejos de sus mejores años en cuanto a estrellato se refiere. No les dio mucho tiempo de trabajar juntos pues Murphy fallecería dos años más tarde en un accidente de aviación.

La cinta es curiosa, pues casi todo el metraje se puede ver como una comedia con acción (la presencia del Juez Roy Bean, aquí encarnado maravillosamente por Víctor Jory) contribuye a ello con sus excentricidades en cuanto al sentido de la Justicia.

Sin embargo algo hay en el ambiente de carácter amargo, como así se confirma según pasan los minutos. Y es que el verdadero far west no fue un camino de rosas para nadie, estando sus gentes en peligro de muerte a cada instante por la dureza de la vida de aquél entonces. Si a eso se añade la presencia de las armas entre hombre de gatillo fácil...

Bella fotografía del gran Lucien Ballard y un resultado de película del oeste entretenida, de visión fácil, alejada en su fondo de muchas de sus congéneres, ya casi entrando en la década de los setenta, no poco melancólica y con un claro tono de tristeza existencial pues los sueños se pudieran romper en cualquier momento.

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