Vista dos veces en mi vida, la primera de ellas, cuando era muy jovencito, en el cine Zorroza, no mucho después de haber ido a vivir allí desde Barakaldo (entonces Baracaldo), esto fue lo que me pareció:

"Basada en un hecho real, se trata de una típica producción de la Metro, con todos sus ingredientes. Se hace entretenida por el buen hacer de todos sus componentes, aunque no es nada especial.
Una de aquéllas películas llenas de buenas intenciones, con amor y humanidad que dejaban buen sabor de boca".

Vista de nuevo en diciembre de 2021, por aquello de la Navidad y la nostalgia, descubro que es un film muy convencional, lleno de buenos sentimientos, pero rutinario y no demasiado entretenido.
Se ve sin problemas pero es más bien poca cosa.
Está envuelto, eso sí, preciosamente, con bella fotografía y una banda sonora que incluso estuvo nominada al Óscar en su día, pero el desarrollo narrativo es rutinario y apenas existe alguna escena a destacar. Eso sí, muy simpática Debbie Reynolds.
Y, sí, en efecto, todo lo que se cuenta es mentira, se edulcoró la historia real al máximo pero era cine, ya se sabe.

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