Muy buena película de género negro/policíaco, con toques y diálogos chispeantes llenos de humor, a veces negro, como este que tiene lugar entre el protagonista, un agente de La Ley que trabaja, como tapadera, de periodista, y uno de los matones del malo:

"- Oh, ya veo que estás fuera de nuevo.
- Sí y no será gracias a tí. Me llamaste asesino.
- Yo lo único que escribí es que veía una vaga conexión entre el funeral de Corrigan y que el hecho de que tú le metieras seis balas el día anterio"r.

Muy bien realizada por William Keighley, que por aquellos tiempos era uno de los mejores y más respetados del gremio, consigue mantener el interés y atención durante su más bien corto metraje, no llega a los ochenta minutos, gracias a un perfecto ritmo que incrementa a cada minuto la tensión y hasta cierto suspense.
Excelentemente interpretada, se degusta como el pequeño manjar cinematográfico que sin duda es.
Funciona a la perfección tanto las escenas de acción como las de la relación entre los dos protagonistas, con divertidos y rápidos diálogos entre ellos, como este:

"- No puede ser que estés sin blanca un martes. ¿A qué jamelgo apostaste esta vez?.
- A "Medianoche". Pensé que era su nombre pero sólo la hora de su defunción.
- Déjame terminar esto. Tengo tanta hambre que me comería un caballo.
-Querida, si lo hubieras hecho antes de la carrera no habría perdido cincuenta pavos".

Muy recomendable, es un perfecto ejemplo del soberbio cine que se lograba en el Hollywood dorado.

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