El sheriff no se quiere jubilar. Cuestión de orgullo, dice. El trabajo, hay que terminarlo.
Se nota que es de los de la vieja casta. Los de la nueva, aceptaríamos la prejubilación antes de acabar el instituto. Cuestión de pareceres.
- Vale, vale, dice McCrea. Pero déjeme echarle un cable que si le esperamos nos dan las uvas.
Como que el caso no se plantea nada fácil, qué se piensan ustedes.
- Que nuestro hombre no es Salieri ,el enemigo de Mozart, pero está igual de resentido. ! Un artista como yo, trabajando en una mina!.
Ese sí que se quiere jubilar, mira por dónde.
Mientras, a McCrea lo mandan a cobrar impuestos. No lo hace nada mal, oye. Hacienda, debería tomar nota de cómo se puede hacer aflorar el patrimonio oculto.
Chandler, elegiste mal a tus empleados. ! Mira cómo te han puesto la casa!
El sheriff hizo mal en no jubilarse. Si eso de que el trabajo es salud ya no se lo cree nadie.
A la novia le planta el novio por unos dólares. ! Ya ajustaremos cuentas cuando llegues a casa, chaval!
Y la edad del pavo es lo que tiene. Amor al primer compás de piano.
Todas estas extrañas subtramas o pinceladas más bien, sin aparente conexión entre ellas, sí están ligadas entre sí por cierto hilo conductor pero no dejan espacio para un desarrollo de la historia convincente.
Aun así, el atractivo que desprende el particular personaje del forajido, con su tormento interior, el humor simpático con que dotan al personaje de McCrea, unido a todos estos elementos, cuando menos, curiosos, hacen que la cinta se siga con interés, aunque siempre se va a echar de menos, creo yo, una historia central más consistente.
Y el duelo, por supuesto. Ahí, nada que objetar. Buena culminación para una historia, más bien, caleidoscópica.