Con el mejor, en mi opinión, Maigret encarnado en las pantallas, Jean Gabin vuelve a ponerse en la piel de este comisario, quién en esta ocasión acudirá en ayuda de una condesa amenazada de muerte a través de unas cartas anónimas.
En la primera película en la que Gabin interpretó a este policía ( El comisario Maigret), ya expliqué por qué creo que todos los aficionados a las películas de detectives, seguidores de Poirot, Marple, Holmes, Marlowe y demás, no deberían dejar de ver estas películas.
Este personaje maduro, taciturno y melancólico, no posee las excentricidades ni golpes de efecto que poseen los otros personajes por todos conocidos, pero sin embargo, su personalidad y las tramas salidas de la pluma de Simenon, me parecen tan apasionantes y adictivas como aquellas, con el ingrediente añadido de que me parecen de una temática más adulta y realista.
Maigret no caza asesinos por su increíble perspicacia para encontrar pistas como Holmes. No tiene esa increíble agudeza mental con sus células grises siempre activas como el vanidoso Poirot. No es un hombre duro y curtido, pero lleno de atractivo, que desenmadeja increíbles tramas mientras se fuma cuarenta paquetes de cigarrillos al día como Marlowe.
Es un hombre normal y corriente. Simplemente, lleva muchos años ejerciendo su oficio y tiene experiencia. Y resuelve las tramas como cualquier otro policía, haciendo preguntas y conociendo las miserias de los sospechosos con los que se topa.
Pero a mí me gusta su estilo. Es como el de un padre que todo lo comprende y nada le asombra.
Esta segunda película, también dirigida por Delannoy, sigue siendo muy intrigante, aunque el caso sigue más por los derroteros de estas películas al uso; se parece un poco más al estilo Ágatha Christie, que está muy bien, que al estilo más sórdido y oscuro del propio Simenon.
A pesar de ello, la recomiendo sin reservas. Estilo Christie o estilo Simenon, ¿ qué más da?. Ambas son de lo más divertido y entrañable.