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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
8
Drama Un hombre huye de su mundo a otro que es extraño y frío, un hombre destrozado que quiere estar solo. Las pieles y el fuego son su único abrigo. Una cueva entre las montañas le sirve de refugio y de hogar. Pero incluso este aislamiento extremo no le trae ninguna paz interior. Una vez más, emprende un viaje, pero esta vez al interior de su ser. Explora sus sueños, confronta sus recuerdos y busca su verdad entre alucinaciones.
4 de mayo de 2021
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi creo leer las opiniones airadas de espectadores, bastante irritados, con "Siberia", que sin duda deben encontrarla una obra arbitraria y caótica, casi inexplicable. En parte lo comprendo, porque en algún tiempo a mí también me fastidiaron ciertas obras del director neoyorkino, aunque, por otra parte, desde hace unos años incluso sus obras mayoritariamente denostadas, como ahora "4:44" o "New Rose Hotel" me dejaron gratas sensaciones. Comprendo el rechazo, aunque no por eso voy a renunciar a modestamente defenderla o fijar una explicación para que no quede olvidada en el fondo de la memoria.

Para comprenderla mínimamente, por lo menos sus intenciones, la escueta sinopsis de Imdb es bastante útil: una exploración del lenguaje de los sueños. Recordemos aquello que dijo Borges, que cuando soñamos no vemos a una esfinge y sentimos miedo sino que porque sentimos miedo vemos una esfinge.

Podría decirse que estamos frente a una película de aventuras, pero aventuras interiores, que se adentran en la culpa, los miedos, los sinsabores y algunos momentos de luminosa dicha, periplo por el que Clint, el protagonista, se sumerge para buscar su verdad interior, sanar esos conflictos eternos que lo han desgarrado por dentro y que le han llevado a la situación de aislamiento. La narración se inicia con Clint atendiendo un bar en lo que podría ser Siberia, un gesto absurdo, dado que no habla la lengua de la región y tampoco parece ser su oficio. Pero recordemos la narración en off de los primeros segundos, cuando rememora ciertos viajes de pesca con su padre a Canadá, hecho que parece tener cierto significado para él, ese escenario de probable frío y soledad se funde con este otro lugar de la acción, que en verdad es una metáfora de su incomunicación con la gente y de su sensación de soledad. Es así cómo sabemos que estamos frente un mundo irreal.

Ciertos incidentes en el bar le hacen preguntarse por su situación, entonces descubre una misteriosa puerta que conduce al sótano, es decir, a la profundidad de su mente y ahí, en una maravillosa escena, tiene una revelación al dialogar con su subconsciente y parte a reclamar su alma. Con la lógica espacio-temporal disociada, Clint atraviesa diferentes escenarios del mundo, desiertos y lugares apartados, en busca de enseñanzas que le conduzcan a una mayor comprensión de su interior, pero también para afrontar esas cargas que apesadumbran su mente, han alimentado su culpa y conducido al aislamiento. Todo estos conflictos, además, se exponen de forma adulta, sin sentimentalismo ni falsas soluciones, y aparecen a fogonazos, tal y como ocurre en los sueños.

La sucesión temporal de las escenas muchas veces se realiza a través de la asociación de ideas. Por ejemplo, en cierta conversación recuerda su infancia, al instante descubre unos libros infantiles y de repente está junto a su hijo, se acomoda con él en la cama y le habla. O también, cuando sale de la aislada cantina a iniciar su andadura, con el trineo pasa al lado de un extraño edificio dónde ocurre una escena de tumultuosa violencia. Por un lado esto podría representar miedo que le transmite el mundo exterior y por otro muestra la cárcel como un símbolo del temor. Es así como me pareció que debía mirar las escenas, ideadas como compartimientos estancos, no hay que leerlas de forma literal, si no interpretar el sentido profundo, la sensación o la emoción que fundamenta cada uno de esos momentos y los va conectando hasta formar un puzzle.

Nada podría hacer pensar tras ver el noir "El funeral" o bien "Go Go Tales", quizás sí tras ver "Pasolini", que nos encontraríamos con semejante esfuerzo creativo, una narración que pretende emplear ciertas herramientas freudianas para indagar en conceptos como la culpa y los miedos, en la necesidad de buscar mayor auto-comprensión, y aprender a aceptar los errores y los propios conflictos internos, que aprender a cagarla es tan importante como aprender a disfrutar o bailar. Una obra que a pesar de su escueta duración es capaz de abarcar a través de su ambicioso y audaz estilo tanto lo más violento y tenebroso como lo más optimista y luminoso. Pero claro, estamos frente a Abel Ferrara, no es ningún vocero del optimismo ingenuo, y al final por más que busque cierta paz espiritual y reconciliación, también nos recuerda que no hay ni principio ni fin, que por lo tanto, cuando creamos hallar el bienestar, también debemos prestar atención a esos nubarrones que siempre pueden aparecer en el horizonte y tomemos conciencia de la importancia del instante presente. En el fondo Ferrara siempre ha sido un epicúreo.

Qué duda cabe que, en su etapa de madurez, Ferrara atraviesa un gran momento de forma, entregando un cine honesto a la vez que indagatorio en su forma y su fondo. La llama de su creatividad arde con intensidad. Una de las mejores de un gran director.
Jean Ra
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