Que escasamente valorada está esta excelente película que aborda un tema tan interesante como es el de la invisibilidad. No se puede hablar de remake porque Verhoeven se aparta por completo de cualquier convencionalismo que pudiera relacionar ésta con el viejo (aunque notable) film de Whale, a excepción de la invisibilidad del protagonista, absolutamente nada tiene que ver una con otra, si en el film de Whale era conquistar el mundo, el Sebastian Caine (excelente Kevin Bacon) de Verhoeven se conforma con sacar partido de todas virtudes que le proporciona el efecto de no ser visto. Así es como el director holandés nos plantea su propuesta, escarbando en los lugares más oscuros de la mente humana, el primer arrebato posesivo de Caine lo dirige hacia su hermosa vecina a la cual no duda en violar, es en ese momento cuando comienza a sentirse cómodo con su situación, si primero la desesperación por recuperar la normalidad le volvía loco ahora se replantea las posibilidades que tiene delante y que le convierten en un homicida capaz de sacrificar cualquier elemento que se interponga en su camino. Es hasta este momento donde el film juega sus mejores bazas, donde Verhoeven se encuentra más a gusto, regocijándose en los elementos más escatológicos que la mente más simple emplearía si no pudiera ser visto, sin ir más allá. Cierto es, que el último tercio baja considerablemente, concediendo licencias más afines al cine comercial que la productora seguramente espera en un film caro como éste, siendo por tanto previsible y mucho más convencional, donde el director pierde parte de su personalidad. Aún así y a pesar de sus defectos, “El hombre sin sombra” es un producto más que digno, que tiene grandes momentos, está muy bien realizada, tiene una excelente banda sonora de Jerry Goldsmith y cuenta con la siempre estimable dirección de un visceral Paul Verhoeven.