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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Un joven profesor es destinado a un remoto y aislado pueblo de Louisiana, de población negra. En el colegio tendrá que enfrentarse al director y a los miembros de la comunidad a causa de sus innovadores métodos. (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2012
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué pensarán los alumnos de ti, profesor, cuando te hayas ido?, ¿Te recordarán como alguien que transformó positivamente sus vidas?, ¿Tendrán tu imagen guardada entre sus más gratos recuerdos?, ¿Habrá algún muchacho que piense que tú fuiste el mejor maestro que tuvo en su vida?...

Creo que Pat Conroy -“Patroy” para su convencional rectora y “Conrack” para sus rezagados alumnos- será de aquellos, siempre escasos profesores, que conseguirá obtener respuestas positivas a aquellas preguntas, pues no sólo enseñó como se debe enseñar (impartiendo conocimientos útiles para la vida, dictando clases activas y experimentales, e interesándose por sus alumnos como personas) sino que fue capaz de irse contra las normas cuando sintió que, éstas, fomentaban el oscurantismo, el maltrato y la segregación.

En un mundo de profesores-sujetos (doblegados, incapaces de trascender sus funciones y faltos de creatividad), un profesor como “Conrack” es un glorioso oasis y es la esperanza de libertad y confraternidad con la que soñamos muchos seres humanos. En la isla Yamacroah de Carolina del sur – tierra con rezagos feudales y esclavistas- el dejó su huella en 1969, tiempo en el que los EEUU desbordaban su arrogancia contra el valiente pueblo vietnamita. Para aquellos chicos afrodescendientes, su presencia trajo autovaloración, aprendizaje cierto y reconocimiento de su enorme valía como seres con futuro.

Martin Ritt, un director consecuente y uno de los que más luchó contra la discriminación racial a lo largo de su filmografía, logra una cálida, objetiva, valiente (y por supuesto libre) adaptación del libro “The water is wide” que, el mismo Pat Conroy publicara en 1972, y del cual la cadena Hallmark hizo ya una nueva versión en el año 2006, conservando el título de la obra. Con Jon Voight en el rol del inconforme maestro, la historia de Ritt gana espontaneidad, un cierto margen de afortunada improvisación y los hechos se desenvuelven con fuerte espíritu y con el más sincero reconocimiento de aquellos torbellinos de afecto que a la primera oportunidad se convertirán en manantiales.

Hay una frase de la señora Scott, que da cuenta de las tan comunes personas que, no puede ser más que por turbias razones, por las que llegan a la rectoría de algunos colegios: ”Trate a los niños con severidad y dureza, píselos con fuerza cuando se pasen de la raya, póngales el pie encima y no lo quite”. Por fortuna, el profesor es un hombre lúcido, y en su momento, habrá de responderle como es debido. Y hasta la comadrona sabrá decirle a él las palabras sabias que fortalecen su esencia: “Trátelos bien y los chicos le corresponderán”.

En medio de un ambiente discriminatorio y cargado de subestimación, el profesor “Conrack” demostrará que poniéndose en los zapatos de los alumnos (¡o quitándoselos junto a ellos!), y tratándolos no como hasta ahora son sino como se espera que sean, cualquier niño o niña conseguirá extraer la ternura y los potenciales que solo aguardan por alguien que tenga la llave precisa.
Luis Guillermo Cardona
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