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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Comedia. Drama. Romance 1944. Segunda Guerra Mundial. Un tren lleva a dos mujeres, Kay y Jane, de Miami a Nueva York. Kay es la amante de un tipo poderoso que se hace llamar "El Hombre". Tanto ella como Jane son mujeres de compañía, cuyo trabajo consiste en entretener a un importante general con el que "El Hombre" tiene dudosos negocios. Las circunstancias hacen que cada una de ellas conozca a un hombre con el que congenia, y lo que parecía una fugaz aventura ... [+]
16 de marzo de 2017
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A solas, tras haber escuchado a diversas personas que se han desahogado conmigo, en varias ocasiones me he preguntado: ¿A quién mirará Dios con más tristeza, al hombre ya ‘mayorcito’ que, sin reserva alguna, abandona a la esposa de muchos años y a los hijos que con ella tuvo, para ir tras una mujer más joven a la que sólo podrá complacer con regalos, dinero y ofrendas de todo tipo… o a la mujer que, a sí misma se reduce a parásito, y acepta entregar su cuerpo y su vida a un hombre al que no ama, y al que apenas complace con un sexo que la deja vacía y a él como al más necio de los hombres? Ambos anhelan amor, pero ninguno va a encontrarlo de esta manera, y por más color que se le ponga a los días, estos siempre van a lucir grises y opacos.

De origen italiano, Catherina, la bella muchacha a quien todos conocen como Kay, es otra de aquellas que se ha reducido a sí misma a ser la amante de un industrial muy adinerado a quien todos conocen como “El hombre”, ya que prefiere vivir en el mayor anonimato. Acompañada siempre por su gran amiga Jane, una rubia que se tiene aún en menor estima, en junio de 1944, durante un viaje en tren a Nueva York, las muchachas conocen al sargento Kelly y a su subalterno, el soldado Red… y pronto la atracción es mutua y, sobre todo, Kay, va a verse abocada a elegir entre la comodidad y la felicidad.

Real y muy convincente en su propuesta narrativa, el filme está basado en “Layover en El Paso”, una de las muchas historias cortas que publicara el estadounidense, Robert Lowry, durante la posguerra. Walter Bernstein, se ocupó de un guion que logra un alto significado porque recrea una forma de vida que se repite a diario, y mediante la cual muchos seres humanos amargan sus vidas y las de quienes les rodean. La historia es muy cálida, los personajes son tratados con el mayor respeto y, entre ellos, aflora una transparencia y una altura absolutamente ejemplares. Alguien, tan sólo, caerá en un momento de desesperanza, pero pronto volverá la calma y la razón se impondrá a los más primarios impulsos.

Iniciativa del productor Carlo Ponti, “ESA CLASE DE MUJER”, se convierte en otra ocasión para Sophia Loren de seguir en las toldas hollywoodenses, donde ya había participado en unas cuantas películas y, ésta, junto a “La Llave” es, sin duda, otro de sus mayores logros. Como su partenaire, se eligió al joven, Tab Hunter, el cual tiene a su cargo a un leal amigo, ¿será capaz de demostrar también que puede ser un serio enamorado?

A su lado, Jack Warden es el sargento locuaz con algunos puntos muy a su favor; Barbara Nichols, es Jane, la amiga constante que, quizás, tarde un poco más en encontrarse… y George Sanders es, “El Hombre”, término que consigo ver, sobre todo, como aquella suerte de varón que sabe comportarse con la mayor integridad ante las adversidades.

No dudo en recomendar ampliamente esta película que, el director Sidney Lumet, ha hecho con sumo tacto, porque luce a Civilización, a autoencuentro, y de manera especial, ofrece una luz que abre la posibilidad de enderezar el camino a todos aquellos que, por falta de compromiso y de fe en sus grandes valores, se han convertido a sí mismos en una muy triste mercancía.

Acojo con el más alto aprecio a esas películas en las que se logra tratar con madurez y responsabilidad las relaciones humanas, y con “I take this woman” de W.S. Van Dyke II y “Clash by night” de Fritz Lang, “ESA CLASE DE MUJER”, conforma una interesantísima trilogía que debería ser vista por los hombres de esta generación, pues, en su mayoría, en los asuntos del amor, vienen resultando bastante desafortunados.

Mejor es admitir que se necesita formación y buscarla, que presumir de saberlo todo y andar por el mundo amargándose con cada relación.
Luis Guillermo Cardona
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