A mi me encanta el cine europeo. Encuentro en él arte por excelencia, obras cinematográficas imperecederas, y actores y directores del mayor profesionalismo, cuya labor se merece todos los honores y la eterna permanencia en la historia del Séptimo Arte. Pero, haciendo una revisión de algunos de los filmes más recordados del Western Europeo, siento que fue éste su momento más débil en toda la historia, y que le viene, más que merecido, el mote de Spaghetti Western o Paella Western, pues, en su mayoría, fueron filmes que asumieron una vulgar imitación del Western Americano, y cayeron en la nocividad y la ramplonería, con el único propósito de sacarle partido a la innovación aportada, con éxito, por Sergio Leone, éste sí un hombre con talento. Fue un puñado de directores de segunda categoría el que se tomó entonces el western a la europea y, sin ética alguna, se pusieron nombres americanos para engañar incautos y, de paso, obligaron a todos los actores, italianos y españoles, a que los secundara en esta ridícula falsificación que, de entrada, reconocía que lo suyo no era más que una clara y fea imitación. El resultado fue un sartal de filmes hechos con ligereza y a muy bajo costo, y en su mayoría, torpes e ingenuos, de evidente mal gusto, y haciendo una apología tal de la violencia y de la venganza, que resulta deplorable para cualquier sociedad. También el cine americano cometía sus torpezas ¡claro! e hizo las más pendejas apologías… pero era auténtico, y ustedes lo saben, dejó para la posteridad decenas de obras cinematográficas que son arte por excelencia.

Un filme como “UN DÓLAR AGUJEREADO”, protagonizado por un actor digno de mi aprecio como fue Giuliano Gemma, es claro ejemplo de todo este pastiche que, en mala hora asumieron los cineastas europeos: 1. Cambio de nombres: El director Giorgio Ferroni es ¡Calvin Jackson Padget!, Gemma es Montgomery Wood, Ida Galli es Evelyn Steward, Pierre Cressoy es Peter Cross… 2. Ingenua en su argumentación: ¿Cómo es que O’Hara es abaleado, no presenta una sola herida, no derrama una gota de sangre, nadie revisa su cuerpo y es llevado a enterrar como si estuviera muerto? El dólar que carga en su bolsillo, aparece luego perforado por la bala que le dispararon y el agujero ¡es del tamaño del que haría un clavo y está perfectamente redondeado! Y si la bala cruzó la moneda, ¿Por qué no le hizo a él ninguna herida?, ¿Y qué tal el color rosado que adquiere el dólar? Ahora, que un héroe no verifique si está cargado el rifle que le entrega su enemigo ¿no es demasiado necio?... 3. La propuesta cae por enésima vez en la típica idea de los buenos y los malos, y la venganza mortal como único acto posible de redención.

Pobre puesta en escena, regularísima fotografía, edición a machetazos en algunas escenas de acción, y en conclusión, un producto de escaso calibre para un subgénero que, por fin Europa, se lo sacudió de encima.

Título para Latinoamérica: “UN DÓLAR PERFORADO”