Nunca entendí por qué motivo, en muchas películas francesas, aparece una protagonista femenina bellísima al lado de un protagonista masculino particularmente poco atractivo, pero con la eterna premisa de que alberga una gran belleza interior. Belleza interior que pueden ostentar en este caso, los hombres, pero no las mujeres, quienes además de demostrar, coraje, inteligencia, fidelidad y arrojo, deben poseer una abrumadora hermosura. Éste es para mí el caso en esta película, que es una entretenida colección de clichés. Claro que se trata de una nueva versión de una novela escrita hace 50 años, con todos los condimentos del melodrama francés, pero esta realización cinematográfica, hace agua por varios carriles. El principal para mí, con toda humildad y quizás subjetividad, es la mala elección del casting. Tanto en la novela original, como en la versión de 1964, sólo hay 12 años de diferencia entre la pareja protagónica, mientras que aquí se perciben 40. Me parece poco creíble que Gérard Lanvin, por muy buen actor que sea, nos la venga de héroe galante y sufrido con sus sesenta y cuatro años. Deliciosa como siempre Nora Arnezeder, que además de su fresca belleza, aporta expresividad y encanto a la historia. Hay algunos detalles técnicos y guionísticos que tampoco estan pulidos debidamente. Como sea, la película es entretenida. Si uno pretende ver una romántica historia de aventuras, será llevadera, y hasta sabrá deleitar en su escena erótica, principalmente al público masculino. Pero no sé si será suficiente como para que a la productora le interese llevar a la pantalla el siguiente capítulo de esta saga, y pese a sus fallos, sería interesante saber sobre el destino de la bella Angélique.