La camarera se estrena aquí con el mérito de haber conseguido en Estados Unidos críticas más que aceptables, pese a tratarse de una comedia romántica bastante tradicional en el fondo.
La camarera del título es una chica infelizmente casada, que se queda embarazada justo cuando está pensando en separarse de su marido. Ni su trabajo ni su vida personal le hacen particularmente feliz. Solo el incondicional apoyo de sus dos compañeras de trabajo es un punto de luz en su gris vida. Hasta que conoce a su nuevo ginecólogo, un hombre que le devuelve las ganas de ser feliz.
Es evidente que el argumento, así contado, no es un prodigio de originalidad. Pero afortunadamente el guión de la película tiene toques de originalidad que le dan cierto interés. Además se esfuerza en resultar menos dulce de lo que aparenta en un primer momento pero sin conseguirlo del todo. Pese a las buenas intenciones, esta película de independiente tiene el presupuesto y las intenciones, porque el resultado es bastante similar al de la más comercial de las comedias románticas.
Los personajes son en su mayoría entrañables, y al final hasta los más negativos se redimen un poco. La protagonista Keri Russell está mejor que nunca, graciosa, chispeante y determinada. Junto a ella destaca el entrañable anciano que interpreta Andy Griffith, que tiene alguno de los mejores momentos de la película.
Desgraciadamente su directora e interprete, Adrienne Shelly fue asesinada en su casa poco antes del estreno de la película, así que La camarera será recordada por ser su última película.