Esta es la sexta película que veo del director Wong Kar-Wai. Creo que es uno de los creadores más personales y únicos que hay actualmente. No quiero decir con esto que sus películas sean siempre geniales, pero mantienen un equilibrio a menudo fascinante entre las historias que cuenta y la estética con que envuelve estas historias. Ver una película de Wong Kar-Wai siempre es una experiencia que además de a los sentimientos suele afectar a casi todos los sentidos. Desde las preciosas historias consecutivas de Chungking Express hasta las complejidades de 2046, el cine del director asiático siempre mantiene un exigente nivel de calidad.
Ahora se estrena una nueva versión de Ashes of Time, película que dirigió en 1994 y de la que no quedó muy satisfecho. No se exactamente cuales habrán sido los cambios que ha realizado con respecto a la primera versión de la película, pero la verdad es que el resultado de ahora no es bueno.
Antes hablaba de que el equilibrio entre la historia que cuenta y la forma en que la cuenta siempre ha sido impecable. Pero en esta ocasión no es así. No es que la estética se imponga al relato, sino que este es tan confuso que al final a uno no le queda más remedio que centrarse en los colorines y las músicas para que la escasa hora y media que dura la película se le haga eterna.
Ahora debería llegar el momento en el que trato de explicar cual es la historia que cuenta la película, siempre desde mi propia óptica. Pero en este caso me resulta imposible. Prevenido de la confusión que genera el argumento trato de poner los cinco sentidos en los personajes, sus nombres, la relación que les une. Pero no sirve de nada. Creo entender que hay una especie de mercenario que se dedica a matar gente a cambio de dinero. Un hombre, amigo suyo, que vive una historia de amor imposible con una princesa. Esta princesa tiene un hermano que quiere matar al enamorado de su hermana, para lo que recurre al mercenario, a su vez amigo de la futura víctima. Pero en realidad creo entender que la princesa y su hermano son en realidad una única persona. Y a partir de aquí ya me despisto completamente. Hay una voz en off , que en realidad pueden ser varias, explicando de forma muy poética la historia. Pero a mi no me sirve de nada. Y después de cincuenta largos minutos de proyección decido desconectar absolutamente de la película.
A partir de se momento disfruto con imágenes llenas de colorido, donde las peleas a espada están filmadas de forma espectacular, siempre intentando buscar el lado más poético de la violencia. Y en algún momento consigue dar el pego, y podemos llegar a creer que lo que estamos viendo nos gusta. Pero no, es sencillamente un espejismo. Cuando las luces del cine se encienden no tenemos casi nada con lo que quedarnos. Y es una pena viniendo de alguien que en otras ocasiones nos ha hecho disfrutar.