Media votos
6,5
Votos
5.729
Críticas
5.229
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
8
7,9
17.700
Drama
La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
95/30(23/03/21) Notable y aclamado film del sueco Ingmar Bergman (dirige y guioniza) con mucho de auto-biográfico, que el cineasta de “El Séptimo Sello” pretendía que Fanny y Alexander fueran su última película antes de retirarse, donde los personajes Alexander, Fanny y el padrastro Edvard están basados en él, su hermana Margareta y su padre Erik Bergman, respectivamente. La producción se concibió originalmente como una miniserie de televisión y se cortó en esa versión, con una duración de 312 minutos, una versión cortada de 188 minutos se creó más tarde para su lanzamiento cinematográfico, aunque esta versión fue de hecho la que se lanzó primero. Desde entonces, la versión para televisión se ha lanzado como una película completa, y ambas versiones se han exhibido en cines de todo el mundo, el corte de 312 minutos es una de las películas cinematográficas más largas de la historia. La versión ‘corta’ ganó cuatro Oscar, incluida la de Mejor Película en Lengua Extranjera. El presupuesto estimado de 40 millones de coronas suecas la convirtió en la película sueca más cara de la historia. Bergman vuelve a centrarse en sus mantras favoritos como son la religión (en este caso el radicalismo cristiano protestante), la familia, el despertar de la niñez, relaciones matrimoniales disfuncionales, el peso del pasado, la vejez, la muerte, el sexo, el dolor (tanto físico como psíquico), donde se puede ver como un revisión libre de la shakesperiana Hamlet (con un padre muerto que se aparece cual fantasma al hijo, una madre que se casa con un villano, las ansias vengativas en el hijastro). Ello con referencias diáfanas en teatrales y diálogos, y con este hilo se puede ver el amor a las tablas del creador de “Fresas salvajes”, siendo él mismo director prolífico teatral, además de haber claros elementos dickensianos en la vejación de niños por parte de adultos. Siendo además una oda a la imaginación como medio para escapar de nuestra aciaga realidad (ejemplo claro es la ‘linterna mágica’ de Alexander que ya ha aparecido en otras cintas pretéritas del escandinavo)
La primera parte comienza con los fastos de Navidad en 1907 en el hogar de Uppsala del acomodado clan sueco Ekdahl, una prole que vive liberalmente y sin prejuicios, intentando disfrutar de la vida, llegando a vivir en comunión armoniosa incluso con el servicio. La viuda matriarca Helena tiene un amante judío Isak Jacobi (gran Erland Josephson como un prototípico judío), que no oculta, uno de los hijos de Helena, Gustaf (estupendo Jarl Kulle), lleva un restaurant y está felizmente casado y a la vez tiene de amante a una de las criadas, la jovial e ingenua Maj (Pernilla August, excelente en su entusiasmo, con ese toque de que sea coja que despierta empatía), ello tolerado sin problemas por su mujer; otro de los hijos es un profesor borrachín, Carl (Börje Ahlstedt, muy bueno, sobre todo cuando está abatido contándole a su mujer su mal sino) que disfruta ofreciendo espectáculos flatulentos a los niños. Tiene numerosas deudas; el tercer vástago es Oscar (buen Allan Edwall), el más recto, el que dirige e incluso actúa en el teatro familiar, tiene de hijos a los protagonistas del título, Fanny (Pernilla Allwin, aunque en el título, queda un poco al margen de todo, apenas tiene peso. Aun así, lo mejor es su rostro cuando el Obispo, tras fustigar a Alexander le pide un beso, zasca!) y Alexander (Bertil Guve, esplendido, sobre todo en los ententes con Malmsjö); Durante este primer acto se nos transmite felicidad, regocijo, ganas de vivir, el cariño y amor fluye de modo grácil. Ello con una escenografía fulgente de cromatismos vivos, donde la decoración lo rebosa todo. Este entusiasmo vital reflejado en la inocencia de Alexander levantándose a medianoche para proyectar la ‘Linterna Mágica’ en la pared.
Pero llega la oscuridad en forma de muerte inesperada durante alegóricamente una representación de ‘Hamlet’, pues lo que está por venir tiene muchos efluvios al relato shakesperiano. La madre de los niños protagonistas, Emilie (Ewa Fröling) da un giro a su vida cuando se casa con reverendo luterano, Edvard (Jan Malmsjö, radiante en el modo que emite dureza de carácter y sadismo en su rostro pétreo). Entonces el colorido desaparece cuando nos hundimos en el ascético hogar del clérigo, una residencia despojada de adornos, todo muy frugal y monacal, una prisión donde los familiares y servicio son la antítesis del hogar de los Ekdahl, seres traicioneros, severos, sádicos. Se producirán diferentes colisiones entre padrastro e hijastro, es el poder una fe vengativa que cree en un Dios inmisericorde frente a la imaginación y la bondad de Alexander, este tiene de aliado para insuflarle valor al fantasma de su padre, que viste de impoluto blanco, ello en claro enfrentamiento contra el negro del cura, el Bien vs Mal. Ejemplificada esta batalla en la cruda escena de los azotes a Alexander, secuencia con un crescendo de densidad asfixiante siniestra, llega a dolerte lo que le pasa.
Como en mucho de la filmografía bergmaniana se juega con la fina línea que separa la realidad de la fantasía, no sabiéndose bien donde termina lo racional y empieza la ensoñación mística. En este caso se mezcla el mundo de los muertos, con apariciones a Alexander de su padre, silenciosas, no intrusivas, hasta aquí todo puede ser producto de la imaginación febril del niño, pero con la aparición en la residencia del obispo del hebreo Isak Jacobi (dejando patente el antisemitismo del radicalismo religioso) entran en liza el esoterismo de la Cábala judía, y aquí el surrealismo se apodera de la historia en su clímax, con ocultaciones imposibles, desdoblamientos físicos, lo paranormal se entrelaza con lo real para fundir una fábula con un final retorcido (spoiler). La ambigüedad, la complejidad, todo enfocado para que sea el espectador el que dé respuestas a los enigmas mostrados, que se atomizan en el extravagante y misterioso hogar de Jacobi, con sus sobrinos,... (sigo en spoiler)
La primera parte comienza con los fastos de Navidad en 1907 en el hogar de Uppsala del acomodado clan sueco Ekdahl, una prole que vive liberalmente y sin prejuicios, intentando disfrutar de la vida, llegando a vivir en comunión armoniosa incluso con el servicio. La viuda matriarca Helena tiene un amante judío Isak Jacobi (gran Erland Josephson como un prototípico judío), que no oculta, uno de los hijos de Helena, Gustaf (estupendo Jarl Kulle), lleva un restaurant y está felizmente casado y a la vez tiene de amante a una de las criadas, la jovial e ingenua Maj (Pernilla August, excelente en su entusiasmo, con ese toque de que sea coja que despierta empatía), ello tolerado sin problemas por su mujer; otro de los hijos es un profesor borrachín, Carl (Börje Ahlstedt, muy bueno, sobre todo cuando está abatido contándole a su mujer su mal sino) que disfruta ofreciendo espectáculos flatulentos a los niños. Tiene numerosas deudas; el tercer vástago es Oscar (buen Allan Edwall), el más recto, el que dirige e incluso actúa en el teatro familiar, tiene de hijos a los protagonistas del título, Fanny (Pernilla Allwin, aunque en el título, queda un poco al margen de todo, apenas tiene peso. Aun así, lo mejor es su rostro cuando el Obispo, tras fustigar a Alexander le pide un beso, zasca!) y Alexander (Bertil Guve, esplendido, sobre todo en los ententes con Malmsjö); Durante este primer acto se nos transmite felicidad, regocijo, ganas de vivir, el cariño y amor fluye de modo grácil. Ello con una escenografía fulgente de cromatismos vivos, donde la decoración lo rebosa todo. Este entusiasmo vital reflejado en la inocencia de Alexander levantándose a medianoche para proyectar la ‘Linterna Mágica’ en la pared.
Pero llega la oscuridad en forma de muerte inesperada durante alegóricamente una representación de ‘Hamlet’, pues lo que está por venir tiene muchos efluvios al relato shakesperiano. La madre de los niños protagonistas, Emilie (Ewa Fröling) da un giro a su vida cuando se casa con reverendo luterano, Edvard (Jan Malmsjö, radiante en el modo que emite dureza de carácter y sadismo en su rostro pétreo). Entonces el colorido desaparece cuando nos hundimos en el ascético hogar del clérigo, una residencia despojada de adornos, todo muy frugal y monacal, una prisión donde los familiares y servicio son la antítesis del hogar de los Ekdahl, seres traicioneros, severos, sádicos. Se producirán diferentes colisiones entre padrastro e hijastro, es el poder una fe vengativa que cree en un Dios inmisericorde frente a la imaginación y la bondad de Alexander, este tiene de aliado para insuflarle valor al fantasma de su padre, que viste de impoluto blanco, ello en claro enfrentamiento contra el negro del cura, el Bien vs Mal. Ejemplificada esta batalla en la cruda escena de los azotes a Alexander, secuencia con un crescendo de densidad asfixiante siniestra, llega a dolerte lo que le pasa.
Como en mucho de la filmografía bergmaniana se juega con la fina línea que separa la realidad de la fantasía, no sabiéndose bien donde termina lo racional y empieza la ensoñación mística. En este caso se mezcla el mundo de los muertos, con apariciones a Alexander de su padre, silenciosas, no intrusivas, hasta aquí todo puede ser producto de la imaginación febril del niño, pero con la aparición en la residencia del obispo del hebreo Isak Jacobi (dejando patente el antisemitismo del radicalismo religioso) entran en liza el esoterismo de la Cábala judía, y aquí el surrealismo se apodera de la historia en su clímax, con ocultaciones imposibles, desdoblamientos físicos, lo paranormal se entrelaza con lo real para fundir una fábula con un final retorcido (spoiler). La ambigüedad, la complejidad, todo enfocado para que sea el espectador el que dé respuestas a los enigmas mostrados, que se atomizan en el extravagante y misterioso hogar de Jacobi, con sus sobrinos,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...siendo Ismael especie de demiurgo en medio de micro mundo teatral (con marionetas, títeres, teatrillos, ...) que da luz a los deseos de Alexander. Entra de lleno en eso tan de Bergman como analizar la Fe y las dudas. Indaga en la hipocresía auto impostada que muchas veces es necesaria a modo de máscaras creadas cual coraza para soportar el dolor.
La oscuridad para los hermanos y la madre en la casa del obispo, contrastada con secuencias de la matriarca en su luminosa residencia, donde de modo melancólico se refugia en recuerdos de fotos para recordar la felicidad de antaño con su hija.
Puesta en escena sublime en su crucial función de emitir de modo dramático un estado de ánimo adecuado en cada momento. Con gran dirección artística de Anna Asp (“Sonata de otoño” o “Pelle, el conquistador”), en conjunción con los decorados de Susanne Lingheim, sobresaliendo en los contrastes entre el inicio radiante de decoración y la parte en el hogar del sacerdote, así como en el hogar de Isak, que parece un trastero bien cuidado; Esto en miscelánea con el espléndido y oscarizado vestuario creado por Marik Vos-Lundh, tuvo la tarea de supervisar un proyecto que requería 250 trajes para los actores principales, junto con más de 1,000 trajes para los extras.; Todo esto filtrado por la siempre sensacional cinematografía del bi-oscarizado (por “Gritos y susurros” y por esta “Fanny y Alexander”) Sven Nykvist, arrollando en su primer tramo de colores vivos que parecen traspasar la pantalla, así como tonalidades gélidas-grisáceas en el tramo del parco hogar del beato, además de componiendo cuadros de una beldad fascinante, con primorosos primeros planos que dan vigor a las estupendas interpretaciones.
Spoiler:
La turbadora aparición de Isak en el hogar del Obispo para ‘comprarle’ un arcón, todo es una excusa para sacar a los niños de allí, esto por petición de su amante Helena. Todo transcurre de modo muy teatral y medido, pero hay un momento en que todo supera a la razón cuando Isak cubre a los niños en el arcón con un pañuelito. Edvard iracundo forcejea y pega a Isak recriminándole que sabe ha venido a por los críos, pero entonces Isak abre el arcón e incomprensiblemente Edvard no ve a los niños, el espectador se queda a cuadros, pero la cosa no acaba ahí, se redobla el efecto ‘lynchiano’ (seguro David Lynch en su cine estuvo inspirado por esta escena), pues Edvard corre a la habitación de los niños y allí está la madre,... y los dos niños ¿?. Isak entonces se lleva el arcón y en su casa lo abre y allí están Fanny y Alexander ¿?; La escena impulsada por los deseos de Alexander, como bien le dice en una perturbadora secuencia Ismael, de cómo la hermana de Edvard arde y en la vorágine va a pedir ayuda a su hermano y este termina también ardiendo cual tea; Resulta que Alexander se creía en felicidad tras la muerte de su tiránico padrastro Edvard, pero este en el tramo final se le aparece como un fantasma, y este si es intervencionista (no como Oscar), le agarra del brazo y le dice, "No te librarás de mí nunca" (la Felicidad nunca es duradera)
Las referencias a Hamlet son diáfanas cuando Emelie le dice a Alexander esto en la cama, respecto a ella y su marido Edvard: "No actúes como Hamlet, hijo mío. No soy la reina Gertrudis, tu amable padrastro no es rey de Dinamarca, y esto no es el castillo de Elsinore, aunque parezca sombrío".
“La mentira y la realidad son una, todo puede acontecer; todo es sueño y verdad, el tiempo y el espacio no existen; y sobre la frágil base de la realidad la imaginación teje su tela, y diseña nuevas formas, nuevos destinos”. (Helena parafraseando en el epílogo al dramaturgo August Strindberg 1849-1912, de su obra “El sueño” de 1901)
Un film no apto a todos los paladares cinéfilos, pero que a los que disfruten de obras de calado emocional, que te dejan reflexionado, se sentirán reconfortados. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/04/fanny-y-alexander.html
La oscuridad para los hermanos y la madre en la casa del obispo, contrastada con secuencias de la matriarca en su luminosa residencia, donde de modo melancólico se refugia en recuerdos de fotos para recordar la felicidad de antaño con su hija.
Puesta en escena sublime en su crucial función de emitir de modo dramático un estado de ánimo adecuado en cada momento. Con gran dirección artística de Anna Asp (“Sonata de otoño” o “Pelle, el conquistador”), en conjunción con los decorados de Susanne Lingheim, sobresaliendo en los contrastes entre el inicio radiante de decoración y la parte en el hogar del sacerdote, así como en el hogar de Isak, que parece un trastero bien cuidado; Esto en miscelánea con el espléndido y oscarizado vestuario creado por Marik Vos-Lundh, tuvo la tarea de supervisar un proyecto que requería 250 trajes para los actores principales, junto con más de 1,000 trajes para los extras.; Todo esto filtrado por la siempre sensacional cinematografía del bi-oscarizado (por “Gritos y susurros” y por esta “Fanny y Alexander”) Sven Nykvist, arrollando en su primer tramo de colores vivos que parecen traspasar la pantalla, así como tonalidades gélidas-grisáceas en el tramo del parco hogar del beato, además de componiendo cuadros de una beldad fascinante, con primorosos primeros planos que dan vigor a las estupendas interpretaciones.
Spoiler:
La turbadora aparición de Isak en el hogar del Obispo para ‘comprarle’ un arcón, todo es una excusa para sacar a los niños de allí, esto por petición de su amante Helena. Todo transcurre de modo muy teatral y medido, pero hay un momento en que todo supera a la razón cuando Isak cubre a los niños en el arcón con un pañuelito. Edvard iracundo forcejea y pega a Isak recriminándole que sabe ha venido a por los críos, pero entonces Isak abre el arcón e incomprensiblemente Edvard no ve a los niños, el espectador se queda a cuadros, pero la cosa no acaba ahí, se redobla el efecto ‘lynchiano’ (seguro David Lynch en su cine estuvo inspirado por esta escena), pues Edvard corre a la habitación de los niños y allí está la madre,... y los dos niños ¿?. Isak entonces se lleva el arcón y en su casa lo abre y allí están Fanny y Alexander ¿?; La escena impulsada por los deseos de Alexander, como bien le dice en una perturbadora secuencia Ismael, de cómo la hermana de Edvard arde y en la vorágine va a pedir ayuda a su hermano y este termina también ardiendo cual tea; Resulta que Alexander se creía en felicidad tras la muerte de su tiránico padrastro Edvard, pero este en el tramo final se le aparece como un fantasma, y este si es intervencionista (no como Oscar), le agarra del brazo y le dice, "No te librarás de mí nunca" (la Felicidad nunca es duradera)
Las referencias a Hamlet son diáfanas cuando Emelie le dice a Alexander esto en la cama, respecto a ella y su marido Edvard: "No actúes como Hamlet, hijo mío. No soy la reina Gertrudis, tu amable padrastro no es rey de Dinamarca, y esto no es el castillo de Elsinore, aunque parezca sombrío".
“La mentira y la realidad son una, todo puede acontecer; todo es sueño y verdad, el tiempo y el espacio no existen; y sobre la frágil base de la realidad la imaginación teje su tela, y diseña nuevas formas, nuevos destinos”. (Helena parafraseando en el epílogo al dramaturgo August Strindberg 1849-1912, de su obra “El sueño” de 1901)
Un film no apto a todos los paladares cinéfilos, pero que a los que disfruten de obras de calado emocional, que te dejan reflexionado, se sentirán reconfortados. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/04/fanny-y-alexander.html