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Voto de TOM REGAN:
6
6,4
99
Fantástico. Drama
Charles Whitley vive en Sunnyvale, una residencia de ancianos, a la espera de que su hijo Barry se lo lleve consigo en una de sus escasas visitas, algo que nunca ocurre. Un día, aburrido de la monotonía, y tras observar a un grupo de niños que juegan a "patear la lata", algo que Charles también hacía en su infancia, convence a varios de sus compañeros para hacer lo mismo. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2022
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389/02(02/12/22) Melancólico, algo pasteloso, e incluso arrugado por el paso del tiempo, y a pesar de ello bonito de ver este episodio 21 de la tercera temporada (86 desde que se inició) de la serie de antología de televisión The Twilight Zone, creada por Rod Serling para la CBS. Lo he visto por haber visto (valga la redundancia) hace poco el ómnibus “Twilight Zone: The Movie” (1983), film que versionaba varios episodios de la mítica serie, con diferentes directores a los mandos para cada segmento, entre ellos está ‘Patear la lata’, que dirigía Steven Spielberg, protagonizada por Scatman Crothers (el legendario Dick Hallorann de “El Resplandor”) como Mr. Bloom, con respecto al original Spielberg cambia el final y le sabe dar una pátina más moderna y con mejor sentido optimista. Aquí dirige Lamont Johnson (realizó 8 para la serie), con guion de George Clayton Johnson (escribió 7 episodios para la serie), tenido de consultor de historia a Richard P. McDonagh (en 22 ocasiones lo hizo para la serie, seguimos en el relato a un anciano que cree descubrir en los juegos de los niños el secreto de la eterna juventud.
Un episodio que mezcla la melancolía de nuestros años de niñez con la fantasía, el idealismo de nuestra mirada a lo infantil con nuestros sueños de poder volver a ellos, nuestras ganas de volver al pasado con la magia de “La Dimensión Desconocida”. Trasladándonos el mensaje de que la vejez es solo un estado de ánimo, si te sientes viejo serás un viejo, y con ello sus clichés de aletargamiento, inactividad, y mansedumbre, pero si tu mente se siente joven podrás con todo, tendrás viveza, ganas de correr, saltar, jugar. "Todos los niños juegan esos juegos, y en el momento en que se detienen, comienzan a envejecer" dice el protagonista. El “Cocoon” (1985) de Ron Howard se puede ver como una versión fílmica de la historia. Es una mirada nostálgica a un tiempo lejano en nuestra mente, aunque en este caso demasiado idealizada.
El director crea un halo enternecedor alrededor de esta residencia de ancianos, crea una especie de prisión con un alcaide rígido que no los deja sentirse ‘vivos’, o sea , jóvenes otra vez, los restringe y oprime. Por ello sentimos mejor sus ansias de libertad, de escapar de esta penitenciaria, que en realidad es el símbolo de la vejez, huir de este lugar es huir de la llamada Tercera Edad, y a eso aspira el protagonista a través de algo tan simple como hacerlo mediante un juego de niños, Patear la Lata. Sentimos la odisea del líder de los residentes, sus ansias de rebelarse contra loe establecido. Ello edificando una atmósfera encantadora, exponiendo un enfrentamiento entre el protagonista y su mejor amigo (algo similar se da en el mencionado film “Cocoon”), donde este último tiene argumentos sólidos que comparto, más que las ideas infantiles del primero. Una narración con visos de crepúsculo que intenta escapar a ello. Todo para desembocar en un final abierto, a la par que algo diferente con la mayoría de finales de la serie*.
También es una acerada y acertada crítica a como tratamos a nuestros abuelos y padres, como los abandonamos en cementerios de elefantes, cual material molestoso que es mejor tener apartado de nuestras vidas, y sintiéndonos a gusto yendo a verlos una vez por semana, los hacemos morir en vida, en esto el capítulo si lanza una bola que no ha perdido vigencia.
Pero esto que visto sin pensar demasiado puede resultar bucólico, me deja un enfoque algo torticero, pues aquí nos muestran la vejez como seres mansos, casi vegetativos en su alma, esperando a cámara lenta el paso de los segundos que los lleven a la muerte. Un micro mundo donde no hay ilusión, como si jugar a ser niños fuera la solución a su físico avejentado, como si el hacer cosas que los asemejan a seniles fuera algo positivo, cuando cada edad tiene sus formas, su modo de afrontarla con alegría, sin tener que caer en la puerilidad, es de un simplismo poco edificante, entiendo el mensaje de actitud positiva ante la vejez, pero me es chirriante que esto deba ser la solución a los inherentes males de estas edades. Como me resulta una caricatura excesiva la residencia de ancianos donde el que la dirige no organiza actividades que mantengan entretenidos a los ancianos, y nos reflejen un microcosmos de seres sentados que solo esperan y esperan.
Narración de apertura: Sunnyvale Rest, un hogar para ancianos: un lugar para morir y un juego común de niños llamado patea la lata, que pronto se convertirá en un refugio para un hombre que sabe que morirá en este mundo, si no escapa a... La zona del crepúsculo.
Charles Whitley (Ernest Truex), jubilado de Sunnyvale Rest Home, cree haber descubierto el secreto de la juventud. Está convencido de que, si actúa joven, se volverá joven. Su mayor y mejor amigo, Ben Conroy (Russel Collins), a quien conoce desde la infancia, cree que se está volviendo loco y puede persuadir al superintendente de la casa, el Sr. Cox, de que ese es el caso. El Sr. Cox (John Marley) decide poner a Charles en aislamiento y bajo observación. Ben intenta convencer a Charles de que actúe tan tranquilo como los demás residentes para evitar este destino, sin éxito. Mientras que Ben ve el envejecimiento como un hecho ineludible de la vida, Charles está convencido de que el hecho de que Ben se considere viejo es lo que lo hizo viejo.
Un episodio que mezcla la melancolía de nuestros años de niñez con la fantasía, el idealismo de nuestra mirada a lo infantil con nuestros sueños de poder volver a ellos, nuestras ganas de volver al pasado con la magia de “La Dimensión Desconocida”. Trasladándonos el mensaje de que la vejez es solo un estado de ánimo, si te sientes viejo serás un viejo, y con ello sus clichés de aletargamiento, inactividad, y mansedumbre, pero si tu mente se siente joven podrás con todo, tendrás viveza, ganas de correr, saltar, jugar. "Todos los niños juegan esos juegos, y en el momento en que se detienen, comienzan a envejecer" dice el protagonista. El “Cocoon” (1985) de Ron Howard se puede ver como una versión fílmica de la historia. Es una mirada nostálgica a un tiempo lejano en nuestra mente, aunque en este caso demasiado idealizada.
El director crea un halo enternecedor alrededor de esta residencia de ancianos, crea una especie de prisión con un alcaide rígido que no los deja sentirse ‘vivos’, o sea , jóvenes otra vez, los restringe y oprime. Por ello sentimos mejor sus ansias de libertad, de escapar de esta penitenciaria, que en realidad es el símbolo de la vejez, huir de este lugar es huir de la llamada Tercera Edad, y a eso aspira el protagonista a través de algo tan simple como hacerlo mediante un juego de niños, Patear la Lata. Sentimos la odisea del líder de los residentes, sus ansias de rebelarse contra loe establecido. Ello edificando una atmósfera encantadora, exponiendo un enfrentamiento entre el protagonista y su mejor amigo (algo similar se da en el mencionado film “Cocoon”), donde este último tiene argumentos sólidos que comparto, más que las ideas infantiles del primero. Una narración con visos de crepúsculo que intenta escapar a ello. Todo para desembocar en un final abierto, a la par que algo diferente con la mayoría de finales de la serie*.
También es una acerada y acertada crítica a como tratamos a nuestros abuelos y padres, como los abandonamos en cementerios de elefantes, cual material molestoso que es mejor tener apartado de nuestras vidas, y sintiéndonos a gusto yendo a verlos una vez por semana, los hacemos morir en vida, en esto el capítulo si lanza una bola que no ha perdido vigencia.
Pero esto que visto sin pensar demasiado puede resultar bucólico, me deja un enfoque algo torticero, pues aquí nos muestran la vejez como seres mansos, casi vegetativos en su alma, esperando a cámara lenta el paso de los segundos que los lleven a la muerte. Un micro mundo donde no hay ilusión, como si jugar a ser niños fuera la solución a su físico avejentado, como si el hacer cosas que los asemejan a seniles fuera algo positivo, cuando cada edad tiene sus formas, su modo de afrontarla con alegría, sin tener que caer en la puerilidad, es de un simplismo poco edificante, entiendo el mensaje de actitud positiva ante la vejez, pero me es chirriante que esto deba ser la solución a los inherentes males de estas edades. Como me resulta una caricatura excesiva la residencia de ancianos donde el que la dirige no organiza actividades que mantengan entretenidos a los ancianos, y nos reflejen un microcosmos de seres sentados que solo esperan y esperan.
Narración de apertura: Sunnyvale Rest, un hogar para ancianos: un lugar para morir y un juego común de niños llamado patea la lata, que pronto se convertirá en un refugio para un hombre que sabe que morirá en este mundo, si no escapa a... La zona del crepúsculo.
Charles Whitley (Ernest Truex), jubilado de Sunnyvale Rest Home, cree haber descubierto el secreto de la juventud. Está convencido de que, si actúa joven, se volverá joven. Su mayor y mejor amigo, Ben Conroy (Russel Collins), a quien conoce desde la infancia, cree que se está volviendo loco y puede persuadir al superintendente de la casa, el Sr. Cox, de que ese es el caso. El Sr. Cox (John Marley) decide poner a Charles en aislamiento y bajo observación. Ben intenta convencer a Charles de que actúe tan tranquilo como los demás residentes para evitar este destino, sin éxito. Mientras que Ben ve el envejecimiento como un hecho ineludible de la vida, Charles está convencido de que el hecho de que Ben se considere viejo es lo que lo hizo viejo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ernest Truex como el vitalista protagonista aporta jovialidad, ímpetu, electricidad y mucho idealismo, teniendo varias escenas dramáticas emocionantes, como la que se da cuando cree se va a marchar con su hijo David (Barry Truex, verdadero hijo del actor Ernest) en el coche y este en realidad solo ha venido de breve visita, o en los ententes que tiene con su mejor amigo Ben. Actuiación que destila carisma en como contagia sus ganas de revivir’; John Marley (el eterno Jack Woltz de “El Padrino”, el que encuentra la famosa cabeza de caballo en su cama), da vida al malo de la función como el ‘alcaide’ del presidio que no deja salirse de lo preestablecido a los ancianos, en un rol desagradecido por lo plano; Russel Collins da vida al amigo de Charles, la voz de la cordura, la razón, cual Sancho Panza intenta hacer ver la pura realidad a Don Quixote, buena actuación que deja sui último y entristecido rostro en la escena final.
Spoiler:
Narración final: Sunnyvale Rest, un lugar moribundo para los pueblos antiguos, que han olvidado la frágil magia de la juventud. Un lugar moribundo para aquellos que han olvidado que la infancia, la madurez y la vejez están curiosamente entrelazadas y no separadas. Un lugar moribundo para aquellos que se han vuelto demasiado rígidos en su pensamiento para visitar The Twilight Zone.
Rush Final: Una noche, Charles convence a varios residentes para que jueguen a patear la lata con él. Intenta convencer a Ben de que se una a ellos, Ben se niega. Los residentes encienden un petardo y lo tiran por una ventana, el ruido atrae la atención de la enfermera para que puedan escabullirse por la puerta. Mientras tanto, Ben alerta al Sr. Cox sobre lo que están haciendo los otros residentes. Corren afuera y encuentran a un grupo de niños jugando a patear la lata. Ben reconoce a uno de los niños como Charles, que ha vuelto a ser joven. Le ruega al joven Charley que le dé la oportunidad de ir con él, pero el chico parece no conocerlo y se precipita hacia la oscuridad. El Sr. Cox busca a los residentes mayores en otro lugar, mientras Ben camina lentamente hacia los escalones de la entrada de Sunnyvale y se sienta allí con la lata, solo, sabiendo que el Sr. Cox puede buscar todo lo que quiera para los residentes... y que nunca lo hará. Encuéntralos.
*Digo que es algo diferente al resto de finales de la serie pues es una conclusión feliz ¡para el protagonista Charles (se supone, según lo que piensa Ben). Aunque desde el punto de vista de Ben no se Feliz la coda. Aunque me resulta agrio que la única apersona cuerda sea la que tenga como premio la tristeza de quedarse solo.
Final del segmento dirigido por Spielberg, con un final diferente más apropiado, alteraciones que sugirió acertadamente el guionista original George Clayton Johnson al director: Mientras el Sr. Conroy duerme, el Sr. Bloom reúne al resto de los residentes afuera y juega el juego, durante el cual se transforman en versiones infantiles de sí mismos. Están encantados de volver a ser jóvenes y participar en actividades que disfrutaban hace mucho tiempo, pero sus pensamientos pronto se vuelven hacia asuntos prácticos, como dónde pasarán la noche, ya que ya no serán bienvenidos en la casa de retiro y sus familias tampoco los reconocerán. Piden volver a ser viejos. El Sr. Bloom les concede su deseo. Leo Conroy se despierta y ve a un residente, el Sr. Agee, que aún es joven, y le pide a Agee que lo lleve. Agee le dice a Conroy que no puede ir con él. El segmento termina con Conroy pateando una lata por el patio, con la esperanza de recrear el hechizo que hizo que Agee volviera a ser joven, mientras que el Sr. Bloom deja Sunnyvale y se muda a otra casa de retiro, para difundir sus bondadosas habilidades mágicas a otras personas mayores.
Episodio muy bienintencionado, pero que no aguanta un análisis maduro. Gloria Ucrania!!!
Spoiler:
Narración final: Sunnyvale Rest, un lugar moribundo para los pueblos antiguos, que han olvidado la frágil magia de la juventud. Un lugar moribundo para aquellos que han olvidado que la infancia, la madurez y la vejez están curiosamente entrelazadas y no separadas. Un lugar moribundo para aquellos que se han vuelto demasiado rígidos en su pensamiento para visitar The Twilight Zone.
Rush Final: Una noche, Charles convence a varios residentes para que jueguen a patear la lata con él. Intenta convencer a Ben de que se una a ellos, Ben se niega. Los residentes encienden un petardo y lo tiran por una ventana, el ruido atrae la atención de la enfermera para que puedan escabullirse por la puerta. Mientras tanto, Ben alerta al Sr. Cox sobre lo que están haciendo los otros residentes. Corren afuera y encuentran a un grupo de niños jugando a patear la lata. Ben reconoce a uno de los niños como Charles, que ha vuelto a ser joven. Le ruega al joven Charley que le dé la oportunidad de ir con él, pero el chico parece no conocerlo y se precipita hacia la oscuridad. El Sr. Cox busca a los residentes mayores en otro lugar, mientras Ben camina lentamente hacia los escalones de la entrada de Sunnyvale y se sienta allí con la lata, solo, sabiendo que el Sr. Cox puede buscar todo lo que quiera para los residentes... y que nunca lo hará. Encuéntralos.
*Digo que es algo diferente al resto de finales de la serie pues es una conclusión feliz ¡para el protagonista Charles (se supone, según lo que piensa Ben). Aunque desde el punto de vista de Ben no se Feliz la coda. Aunque me resulta agrio que la única apersona cuerda sea la que tenga como premio la tristeza de quedarse solo.
Final del segmento dirigido por Spielberg, con un final diferente más apropiado, alteraciones que sugirió acertadamente el guionista original George Clayton Johnson al director: Mientras el Sr. Conroy duerme, el Sr. Bloom reúne al resto de los residentes afuera y juega el juego, durante el cual se transforman en versiones infantiles de sí mismos. Están encantados de volver a ser jóvenes y participar en actividades que disfrutaban hace mucho tiempo, pero sus pensamientos pronto se vuelven hacia asuntos prácticos, como dónde pasarán la noche, ya que ya no serán bienvenidos en la casa de retiro y sus familias tampoco los reconocerán. Piden volver a ser viejos. El Sr. Bloom les concede su deseo. Leo Conroy se despierta y ve a un residente, el Sr. Agee, que aún es joven, y le pide a Agee que lo lleve. Agee le dice a Conroy que no puede ir con él. El segmento termina con Conroy pateando una lata por el patio, con la esperanza de recrear el hechizo que hizo que Agee volviera a ser joven, mientras que el Sr. Bloom deja Sunnyvale y se muda a otra casa de retiro, para difundir sus bondadosas habilidades mágicas a otras personas mayores.
Episodio muy bienintencionado, pero que no aguanta un análisis maduro. Gloria Ucrania!!!