Hace tiempo, estando en algún país que no recuerdo pero que echaban películas en inglés por la tele, pillé una buenísima sobre un peluquero escocés gay que se iba a un concurso de peinados a Nueva York. Me gustó tanto que luego la fui buscando por ahí sin tener ningún tipo de datos, ni el título ni nombres de actores conocidos y entonces, en un stock de ofertas de un hipermercado encontré "Por los pelos" y claro, pasó lo que tenía que pasar: que no era la película que yo quería.

Pero bueno, ya que el gasto estaba hecho, me tomé el cambiazo con filosofía y me puse a verla. Gran reparto, me dije para mí misma. Estaba uno de mis actores favoritos, Alan Rickman, más Natasha Richardson, que nunca molesta, el guapo hasta el punto de las babas Josh Hartnett y el genial Bill Nighy, cuya sola presencia ya basta para tragarse cualquier bodrio inmundo y además con gusto. El guión no era nada del otro mundo, pero daba gusto ver las evoluciones de semejante plantilla, incluso aunque no se tratase ni mucho menos de sus mejores trabajos.

El caso es que la película es mediocre por definición y ambición, la típica comedia dramática que sigue unas pautas trazadas con tiralíneas y tan previsible como el resultado de un hipotético duelo Alemania-Kazajistán. Con lo que se olvida casi tan rápido como se ve, sin que para bien o para mal, deje demasiada huella.

(Ah, por cierto, al final encontré la otra película que confundí con ésta, se llamaba "The big tease" y es mucho más divertida que ésta, la recomiendo.)