La cogí porque en la sinopsis de la carátula se hacía referencia a un esquizofrénico (lo entendí en sentido figurado) y a una situación que terminaba en pesadilla infernal. Nada de esto. A mi me molan las pelis buenas de terror, aunque soporto las malas de tripas y desguaces de cerebelos. En cualquier caso no me arrepiento de haberla visto. Creo que es una película que se deja ver, con movimientos de cámara y ambientaciones muy cuidadas. Pero la película no es de terror, intriga ni nada que se le parezca. Es un drama, un dramón bastante real: una familia aristócrata venida a menos con sus problemas y, no hay hadas mágicas o amigos supersimpáticos que les ayuden, están sólos, como casi todo el mundo cuando tiene un problema gordo. Aunque lo de aristócrata es irrelevante, contribuye al dramatismo de la peli -el crio desquiciado, todo medio viejo o medio nuevo-, joe, es agobiante. En fin, si te van las pelis de enfermos y te quieres agobiar un rato, pues te la pillas (pero de enfermos reales, no de esas de enfermos adaptados al público y deslavados con puntos de ternura, felicidad y comedia entremezcladas que nunca acaban del todo mal o no demasiado mal). Esta es una tragedia familiar de verdad, sin colorines y que acaba como sólo puede acabar, de manera convincente. No hay caramelos.